Bienvenidos

Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

domingo, 28 de febrero de 2010

Breve crítica a la certeza científica

El criterio de certeza del método científico descansa en un tipo especial de razonamiento, este es, la inducción baconiana [ver generalidades de la inducción], cuyas conclusiones son, como mínimo, necesarias y universales. Que sea necesario implica que no pueden ser de otra manera, y universales, es que vale para todos los casos.

Es David Hume quien critica esta idea en su Tratado de la Naturaleza Humana. El filósofo sostiene que las conclusiones inductivas no son necesarias ni universales, debido a que las series inductivas son incompletas. Que sean incompletas significa que nunca logra establecer su universalidad, y si nunca logra establecer su universalidad entonces no se puede afirmar su necesidad.

El cuantificador “para todos los casos” aquí resulta de un razonamiento inductivo que se funda en evidencia empírica, por lo tanto es un juicio empírico en el que el universo de casos es infinito. El juicio se aplica a una colección completa de casos, sin embargo este juicio debe sortear una dificultad insoslayable, la necesidad de tener la experiencia de todos los casos, la observación de todos y cada uno de los eventos, esto es, de los-que-son, de los-que-fueron y de los-que-serán. Desde luego no es posible poder observar una cantidad infinita de casos.

De la imposibilidad para establecer un juicio empírico universal se sigue la imposibilidad de que sea necesario. Sin embargo aún cuando la colección de casos fuese finita, tampoco es posible sostener de forma lógica que sea necesario. Si bien la afirmación “todas las sillas de esta sala son azules” es efectivamente universal (se aplica a todos los casos de una colección finita), no por eso, de ningún modo, necesaria. Establece que las sillas son de una determinada manera, pero no puede establecer por si misma que no puedan ser de otro color. Pues la condición (color azul) de los eventos está sujeta al concepto “singular” que en términos lógicos supone que dicha condición no está obligada a prevalecer en el tiempo.

Luego tenemos que las conclusiones obtenidas mediante el inductivismo baconiano no aprueba el cedazo de la lógica formal.

Soto, Carlos. (2008). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago: LOM

sábado, 20 de febrero de 2010

Mapuches:Referencias históricas y actuales del Estado chileno sobre el conflicto

Declaraciones del Ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, quién también es el coordinador de asuntos indígenas. Se refirió al tema del conflicto mapuche en una entrevista brindada a CNN Chile, el 2 de febrero de 2010.

“La propia ley chilena reconoce a los títulos de merced, a los títulos de regalío que tenían las comunidades mapuches al momento de la ocupación a fines del siglo XIX. Les reconoce la necesidad de que sean regularizados, o sea que, sobre un mismo pedazo de tierra hay dos títulos, el título de conservador de bienes raíces como en todo Chile y un título que la propia ley chilena le reconoce y que tiene que ser regularizado de alguna manera. Se les hizo una promesa a las comunidades el año 93, con la ley indígena, de regularizar todos esos títulos. Hemos avanzado mucho en todo el país, hemos entregado 600.000 hás. pero la mayor parte de ellas son tierras fiscales, también hemos entregado tierras particulares, pero todavía nos quedan por lo menos unas 180.000 hás. más reconocidas en títulos que es necesario regularizar”.

¿Hay algún margen en el que no funcione la coherencia de ambas leyes? A qué me refiero, a que llegue un grupo y diga, bueno: bajo nuestro punto de vista esto sigue siendo algo ancestral y sigue perteneciendo, independiente de que no esté dentro de lo que la ley me dice que me favorece, y ahí es donde ocurre el problema también.

“Yo ni siquiera estoy hablando de las tierras ancestrales, ese es un tema mucho más difuso y complejo. Por lo menos la ley chilena reconoce en el caso del borde costero, llamada ley del borde costero Lafkenche, reconoce el derecho de las comunidades a usar el borde costero junto con la comunidad de pescadores artesanales, las empresas, los dueños de tierras que vivan ahí, a usar en común el borde costero, y la puesta en marcha de la ley del borde costero Lafkenche, es un gran desafío para las autoridades”.

viernes, 19 de febrero de 2010

Morris Berman: Un referente obligado a leer

Morris Berman, Ph. D. de la Universidad Johns Hopkins, con mención en historia de la ciencia, recibió su licenciatura en matemáticas en la Universidad de Cornell. Ha enseñado en las Universidades de Rutgers y San Francisco y en las de Concordia y Victoria en Canadá. Ha hecho extensas giras, dando conferencias en Europa y Norteamérica, sobre los temas de cambio personal y cultura. También trabajó como chofer, cajero de banco y secretario, y durante tres años fue consejero de una escuela Montessori. En 1978 publica Social Change & Scientific Organization y luego inicia su trilogía sobre la evolución de la consciencia humana, que comienza con The Reenchantment of the World, Cornell, N.Y., 1981 (El reencatamiento del mundo, Cuatro Vientos, Santiago, 1987), sigue con Coming to Our Senses: Body and Spirit in the Hidden History of the West, Simon & Schuster, N.Y., 1989 (Cuerpo y espíritu: la historia oculta de Occidente, Cuatro Vientos, Santiago, 1992), y concluye con Wadering God: A Study in Nomadic Spirituality, SUNY Press, N.Y., 2000 (Historia de la conciencia: desde la paradoja al complejo de autoriadad sagrada, Cuatro Vientos, Santiago, 2004).

El año 2000 publicó The Twilight of American Culture (El crepúsculo del a cultura americana, Editorial Sexto Piso, México, 2002).

jueves, 18 de febrero de 2010

George Orwell: Breve reseña

George Orwell es el seudónimo del novelista y ensayista británico Eric Arthur Blair (1903-1950), nacido en Bengala (India) y autor de obras clásicas como Rebelión en la granja y 1984 (escrita en 1948, y donde denuncia proféticamente la deshumanización de nuestra especie en un mundo totalitario y mecanizado).

De credo socialista y severo crítico del imperialismo, el fascismo, el estalinismo y el capitalismo, combatió del lado republicano durante la Guerra Civil Española (1936), donde resultó gravemente herido. Sus observaciones críticas como británico sobre el activismo de Gandhi indican una sincera simpatía, pero al mismo tiempo no pasan por alto las contradicciones y las fragilidades del revolucionario hindú. Al mismo tiempo, aportan valiosos detalles sobre el marco social de la india.

Thoreau, Henry David y Gandhi, Mahatma (2004). Desobediencia civil y otras propuestas. Buenos Aires: Longseller

Mapuches: Situación actual del conflico

Mapuches radicales reclaman tierras avaluadas por dueños en US$ 5 millones.

Las dos comunidades más conflictivas, Temocuicui y Requén Pillán, demandan que se les devuelvan terrenos en las comunas de Ercilla, Collipulli y Traiguén. Los propietarios de los predios, uno de los cuales cavó una zanja para evitar nuevas tomas, realizan millonario avalúo –que supera con creces el cáculo fiscal-, considerando sus inversiones.

Escenario

Del total de los campos que se extienden desde el río Malleco al sur poniente, las comunidades Temocuicui y Renquén Pillán, las más radicales, presentan la mayor cantidad de ocupaciones y demandas. La primera se ha hecho conocida por protagonizar los incidentes más violentosy porque allí se han refugiado varios prófugos de la justicia. A la segunda pertenecía el comunero Jaime Mendoza, muerto de un disparo durante un desalojo.

En conjunto, ambas demandan carca de 50 predios de Ercilla y Collipulli, con una superficie total de 7.000 hectáreas. Están principalmente en manos de los agricultores René Urban, Jorge Luchinger y las forestales Arauco y Mininco.

Los Winkas

“En más de 10 años nunca he visto a una autoridad de gobierno venir a mirar todo el trabajo que tiene mi campo”, aseguró Urban, quien construyó una zanja de 400 metros para evitar nuevas tomas en el Fundo La Romana, hecho que fue criticado por la intendenta de la IX Región, Nora Barrientos. Al respecto, Urbano dijo que la autoridad no debe burlarse de la gente que ha sufrido ataques.

Por su parte, Jorge Luchinger, quien ha sufrido más de 70 ocupaciones en su predio, asegura que “una vez que esas tierras sean traspasadas a los mapuches esto se transformará en un desierto. Quieren entregarles campos por millones, más de US$ 5 millones, para perderlos” añadió.

Un dato: según el estudio agrológico del Centro de Recursos Naturales, el tratamiento que han recibido las tierras en manos de firmas forestales y agricultores supera en más de 400% la inversión promedio que realiza un mapuche por cada hectárea.

Los Mapuches

La complejidad del problema radica en la lectura de los dominios: Mientras los privados defiende la adquisición y explotación de los terrenos adquiridos, las comunidades mapuches invocan “derechos ancestrales”, títulos de propiedad y cartografía de fines del siglo XIX.

Del recuerdo de tierras en conflicto, las más emblemáticas para Temocuicui son los fundos La Roma y Montenegro, de René Urban, con unas 188 hectáreas (has); Pidenco y Esperanza, de Bosques Arauco (350 has), y Poluco, de Forestal Mininco (328). En total esa comunidad ha presentado reclamaciones a Conadi y ha efectuado ocupaciones por 907 has.

El panorama de Renquén Pillán es más difuso, puesto que reclaman propiedades que en el pasado comprendían grandes extensiones.

La demanda se basa en la subdivisión diseñada por Nicanor Boloña, primer cartógrafo del territorio chileno. Según estos planos, a la comunidad Renquén Pillán le correspondería todo el territorio ubicado al interior del cuadrante comprendido entre los antiguos fuertes Chihuaihue, Lolenco y Collipulli, estableciendo en La Araucanía durante la segundo mitad del siglo XIX, territorios que hoy están ocupados por villas y poblados. De allí la complejidad para el Estado de realizar los estudios y comparar.

En Conadi, organismo que será reestructurado tras una serie de irregularidades en las compras, dijeron que los procesos han seguido el curso normal, de acuerdo a la reglamentación que establece la ley.

Las zonas demandadas por las comunidades

Fuentes, J.F. (2009,octubre 5) Mapuches radicales reclaman tierras avaluadas por dueños en US$ 5 millones.La Tercera, p.15.

Caridad: Breve reseña literaria

El afamado pintor argentino Juan Pablo Castel evalúa, con objeto de justificar su inclinación por buscar explicaciones complejas, los entramados de la caridad.

Una acción sencilla que al parecer obedece a una causa sencilla, casi siempre hay debajo móviles más complejos. Un ejemplo de todos los días: la gente que da limosnas; en general, se considera que es más generosa y mejor que la gente que no las da. Me permitiré tratar con el mayor desdén esta teoría simplista. Cualquiera sabe que no se resuelve el problema de un mendigo (de un mendigo autentico) con un peso o pedazo de pan: solamente se resuelve el problema psicológico del señor que compra así, por casi nada, su tranquilidad espiritual y su título de generoso. Júzguese hasta qué punto esa gente es mezquina cuando no se decide a gastar más de un peso por día para asegurar su tranquilidad espiritual y la idea reconfortante y vanidoso de su bondad. ¡Cuánta más pureza de espíritu y cuánto más valor se requiere para sobrellevar la existencia de la miseria humana sin esta hipócrita (y usuaria) operación!.

Sábato, E. (1948) El túnel; Cap. XIII; p.53. Madrid: Unidad Editorial

lunes, 15 de febrero de 2010

Una aproximación al concepto Ideología

El concepto ideología en términos gruesos comprende dos componentes comunes en varios autores, el primero es la noción de una realidad distorsionada o falsa conciencia, y el segundo es que su prevalencia legitima un poder.

Las formas irracionales de conocimiento no solo se consideraban intrínsecamente distorsionadas y supersticiosas, sino que, al expandir la ignorancia y el error entre las masa, legitimaban el poder político de la nobleza.”

El concepto ideología surgió primero como una ciencia de las ideas, que suponía una enorme confianza en la razón y después se utilizó como un arma crítica en la lucha contra el régimen antiguo

Si para la Ilustración francesa la ideología equivalía a una mentira de los sacerdotes, para el positivismo la ideología tiene un carácter irracional” esto es una crítica a la religión y la metafísica.

Orígenes históricos del concepto ideología

Nicolo Maquiavelo, no empleó el término ideología, sin embargo algunos elementos del concepto son presentados por él, por ejemplo:

1) Cuando vincula la parcialidad de los juicios humanos con los apetitos y los intereses
2) Crítica de las funciones sociales del pensamiento religioso
3) Uso de la fuerza y el fraude para acceder y mantenerse en el poder

René Descartes y Francis Bacon, El desarrollo de un conocimiento exacto de la naturaleza, ha sido hasta ahora limitado, no porque los seres humanos sean esencialmente incapaces de conocer el mundo sino porque ciertos obstáculos artificiales se lo han impedido … Descartes se mantiene en un nivel más filosófico y deductivo, Bacon enfatiza un enfoque inductivo.

Bacon, aspectos irracionales de la mente humana que interfieren en el conocimiento científico. De allí en adelante la oposición entre ideología y conocimiento racional llegará a ser crucial

Hobbes, La ignorancia de las causas naturales dispone al hombre a la credulidad. Como el hombre no puede estar seguro de las verdaderas causas de las cosas…supone causas de ellas que le surgen de su propia imaginación o confía en la autoridad de otros hombres. [Aquí persiste la idea de la falsa realidad que justifica un poder, en este caso el de la monarquía para mantener el bien común y para la mantención de la unidad social]

La ilustración francesa: del engaño sacerdotal a la ideología

Filosofos del XVIII, comparten la concepción de la religión de Hobbes como basada en el miedo y la ignorancia. Helvecio y Holbach, la religión sigue siendo una conspiración, un engaño casi sin fundamento propagado por ciertos agentes dañinos, que son su único apoyo.

Destutt de Tracy, sistematización de una nueva ciencia, la ciencia de las ideas a la que denomina “ideología”. Esta ciencia tiene como su objeto el establecimiento del origen de las ideas. El progreso científico es posible si las falsas ideas pueden ser evitadas.

Napoleón, uso negativo de la palabra, Después de su derrota en Rusia Napoleón culpó a los ideólogos, intelectuales idealistas y doctrinarios, ignorantes de la práctica política.

Lichtheim, sus actitudes se entienden como ideológicas en el doble sentido de estar preocupados de ideas, y de poner la satisfacción de fines ideales los suyos propios por encima de los intereses materiales sobre los cuales descansaba la sociedad post-revolucionaria.

Ideología y pensamiento crítico: un difícil encuentro

Hegel, menciona la ideología en su sentido negativo para después desecharla como reducción del pensamiento a la sensación.

Comte, busca librar a la ciencia de la imaginación, de modo que pueda descubrir las leyes naturales invariables de todos los fenómenos.

La oposición entre ciencia positiva y proposiciones metafísicas se vuelve capital y prefigura un concepto de ideología entendido como imaginación sin sentido, como especulaciones metafísicas arbitrarias, las que, al igual que los ídolos de Bacon, obstruyen el conocimiento de la realidad

Feuerbach, la religión ya no es concebida como un fenómeno independiente y arbitrario que podría dar cuenta de la ignorancia u la infelicidad del pueblo, esta relación es invertida, y explica la religión a partir de la esencia del hombre. De manera que la religión tiene una base real; no es una intención arbitraria de sacerdotes malvados que tratan de engañar al pueblo, ni una creencia totalmente irracional.

Marx, todo lo que aparece como tradicional o atrasado, todo lo que no conduce al progreso material e intelectual, es lo opuesto a la razón, es ideología. No solo la religión sino toda forma de conciencia distorsionada.

Larraín, J. (2009) El concepto ideología. Volumen I. Santiago: LOM

domingo, 14 de febrero de 2010

Actualidad: Una sociedad despreciable

Carta de FABIÁN LECAROS AMPUERO al diario El Llanquihue:

Muerte por negación de ambulancia a peatón.

Hace ya dos semanas, el domingo 31 de enero, mi padre Emilio Lecaros Muñoz falleció en un confuso incidente cargado de supuestas negligencias, luego de que no se le otorgara la oportuna atención médica, que podría haber salvado su vida. Caso seguido por el Diario El Llanquihue.

Lo primero que debo comentar es la profunda vergüenza que siento como ciudadano chileno. Lamentablemente es el día en que nuestro país se transformó en un lugar donde en vez de ayudar a un caído en la vía pública se le sustrae sus pertenencias, todo por una mísera suma de dinero. A las personas que cual buitres realizaron este acto, en sus conciencias debe quedar, el hecho de que si mi padre hubiese tenido sus documentos, podría haber sido identificado, y tal vez no estaríamos lamentando su pérdida. No espero nada de ustedes, pero la justicia no tarda en llegar, sea esta la terrenal o la divina.

El siguiente punto tiene que ver con el accionar de los servicios de emergencia, en concreto el Samu. La supuesta negación de auxilio a mi padre es un acto grave, pues los servicios como el Samu tiene la obligación de asistir a personas en peligro vital ¿Acaso una persona en estado de ebriedad que sufre convulsiones no debe ser atendido por el Samu, por encontrarse “ebrio”?

Está bien, haré un esfuerzo de voluntad y supondré que el Samu actuó de buena fe. ¿Un retraso de más de 50 minutos (siendo generoso) en prestar auxilio es justificable para un servicio profesional como debe ser el Samu? No, no lo es. Y eso dejando de lado el hacho de que la ambulancia nunca llegó, y que fueron los propios carabineros quienes trasladaron infructuosamente a mi padre hasta el hospital, donde llegó fallecido.

No me voy a referir mayormente a los desmentidos, provenientes del hospital, que se contradicen con la información proporcionada por testigos, y que será la justicia la que se encargue de contrastar. No puedo esperar más que negaciones cobardes de una institución que ni siquiera se ha dignado a entregar las debidas explicaciones a mi familia en este momento de dolor.

¿Por qué es importante el caso de mi padre? La respuesta es simple, para que nunca más vuelva a ocurrir algo similar. Si se volviera a repetir, entonces Emilio habría muerto en vano. Algo que como puertomontinos no podemos permitir que suceda.

Muerte por negación de ambulancia a peatón [Editorial; Cartas]. (2010, Febrero 14). El Llanquihe, p. A7.

Principios o leyes generales del pensamiento

Para pensar lógicamente, cualquiera sea el objeto de que nos ocupemos, es indispensable que nuestro pensamiento se someta a ciertos cánones, que se conocen con el nombre de principios o leyes generales del pensamiento lógico. Estos principios o leyes son fundamentalmente cuatro: el principio de identidad, el de no contradicción, el de el medio excluido y de razón suficiente.

Identidad: Toda cosa es idéntica a sí misma. Este principio implica que, mientras atribuyamos a las cosas aquellas propiedades contenidas en su propia identidad, y no otras que les sean ajeas, nuestro pensamiento será correcto.

Desde este principio se desprende una regla práctica que permite discriminar acerca de la verdad o falsedad de un juicio. La regla es la siguiente: todo juicio cuyo sujeto se identifique parcial o totalmente con su predicado, será verdadero.

No contradicción: Se formula del modo siguiente: No se puede predicar de algo que es y no es al mismo tiempo y en el mismo sentido.

Tercer excluido: se enuncia así: entre el ser y el no ser no hay una tercera posibilidad. El significado de este principio es el siguiente: Cuando existen dos juicios contradictorios acerca de algo, esto es, que uno niegue totalmente, lo que el otro afirme, puesto que necesariamente uno de ellos será verdadero (y naturalmente el otro falso), la verdad no podrá buscarse en una tercera alternativa, porque, de hecho, no existe.

Razón suficiente: Su enunciado es el siguiente: Todo lo que existe o comienza a existir tiene su razón de ser, es decir, es susceptible de ser explicado mediante razones valederas.

De este principio ha derivado el “principio de causalidad”, que es básico en las ciencias. De acuerdo con él, nada en el mundo acontece al azar de las circunstancias, sino que todo fenómeno natural obedece a causas también naturales. La ciencia no acepta la existencia de fenómenos sin causas que los produzcan, o sin causas que no sean posibles explicarse racionalmente.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

sábado, 13 de febrero de 2010

Epistemología: Idea de conexión causal, Bacon

Tablas de Bacon

La base filosófica de estas “tablas” es la siguiente: será causa de un fenómeno aquella circunstancia que esté presente cuando el fenómeno también lo esté, ausente cuando desaparezca el fenómeno y variante cuando el fenómeno varíe. De aquí los tres procedimientos o “tablas” recomendados por Francisco Bacon:

1.Presencia: Su regla es: hay que anotar, minuciosamente todos los hechos que se produzcan conjuntamente con el fenómeno que se estudia.

2.Ausencia: Se anotarán todos los hechos que desaparezcan cuando desaparece el fenómeno que se investiga.

3.Grados: Cuya regla es: se anotarán todos los hechos que aumenten o disminuyan cuando el fenómeno estudiado aumenta o disminuye.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

jueves, 11 de febrero de 2010

Calidad y Cantidad

La calidad y cantidad son categorías filosóficas que reflejan importantes aspectos de la realidad.

Calidad: La determinación cualitativa de los objetos y fenómenos crea la diversidad infinita del mundo así como la determinación esencial del objeto, pues se halla vinculada a éste como un todo al ser del objeto.

Cantidad: Es una determinación de la cosa mediante la cual ésta puede dividirse (real o mentalmente) en partes homogéneas y las partes se pueden reunir en una unidad. Las diferencias entre objetos análogos, poseen un carácter cuantitativo. Así las relaciones cuantitativas se caracterizan por la relación externa respecto a la naturaleza de los objetos. De ahí que en el proceso de cognición (por ejemplo en matemáticas) tales relaciones pueden ser separadas de su contenido como de algo indiferente para el caso.

La calidad no puede ser reducida a la cantidad, como intentan hacer los metafísicos. No existe un solo objeto que sólo posea un aspecto o cualitativo o cuantitativo. Cada objeto representa una unidad de determinada calidad y cantidad.


Si pudiéramos inferir una distinción fundamental esta sería la siguiente. La cualidad es una característica por propiedad, mientras que cantidad es una característica por atributo del objeto o fenómeno. Distingo la cantidad como un atributo, en virtud de que la “atribución” posee un sentido externo, mientras que la “propiedad” implica un sentido ontológico. El sentido externo de la cantidad anula la noción de “heterogeneidad” pues le asigna un valor genérico e indiferenciado. Asimismo el sentido interno de la calidad anula la noción de “homogeneidad” pues es un valor singular e inconmensurable, no susceptible de ser integrado a una categoría o conjunto.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Epistemología: Caracteres generales del conocimiento científico II

IV Puesto que la ciencia enuncia leyes válidas a través del espacio y del tiempo, ella es anticipación del futuro y nos permite prever y, en consecuencia, actuar con seguridad. En astronomía, por ejemplo, se prevé hoy un eclipse con precisión casi perfecta. Y cuando se conoce de antemano los antecedentes de un fenómeno, significa que están a nuestro alcance y, de este modo, la ciencia facilita nuestra acción; podremos, entonces, provocar, eliminar o modificar ciertos fenómenos: las leyes de la biología y de la química nos permiten higienizar nuestras moradas y ciudades; nos permiten curar las herida, y enfermedades, etc. Las leyes de la física no permiten la construcción de puentes, edificios, etc. Se ve, pues, que las ciencias tienen un gran valor práctico sin tener un fin práctico.

V La ciencia es un conocimiento típicamente objetivo, es decir, independiente de las diversas maneras de pensar individuales y accidentales. Nada hay de más universalmente aceptado que un teorema de geometría o una ley física. Este carácter de objetividad de la ciencia hace que, por encima de creencias de cualquier orden que separan a los hombres, ella realice el milagro de la convergencia mental entre los humanos.

VI En la ciencia impera el libre examen. El espíritu científico moderno se opone al método de autoridad, al dogmatismo, que consiste en establecer aserciones sin probarlas, por el sólo hecho de que han sido afirmadas por tales o cuales genios. La actitud dogmática fue corrientemente en la ciencia de la Edad Media. Le correspondió a Descartes el honor de haber proclamado la libertad del pensamiento científico, afirmando como regla que el único criterio de la verdad es la evidencia de la razón. De este modo, la ciencia actual no reconoce otra autoridad que la razón o la experiencia.

VII La ciencia de hoy tiene un carácter esencialmente positivo. Esto significa que al investigar las causas de los fenómenos no busca ni en voluntades sobrenaturales ni en fuerzas ocultas de ninguna especie. Las causas de los fenómenos naturales están en otros hechos tan naturales como ellos. Toda otra suposición opuesta a ésta, carece de valor para la ciencia.

VIII La confianza en el determinismo es otro de los caracteres de la ciencia. En efecto, cuando el hombre de ciencia razona inductivamente, afirmando como valido para todos los casos de la misma naturaleza algo que sólo ha sido verificado para algunos casos, es evidente que él confía en el orden y la regularidad de la naturaleza. De aquí que sus inducciones tengan como fundamento básico el postulado del determinismo universal, según el cual todos los fenómenos del universo obedecen a leyes rígidas y perfectamente determinables. Pero el determinismo no puede ser íntegramente verificable por la experiencia. Entonces el hombre de ciencia tiene que creer en él, porque si no hay determinismo, no hay explicación científica posible, y admitir lo indeterminado, significa admitir lo irracional, significa renunciar a la razón.

Esta confianza en el determinismo no exime al espíritu científico de la necesidad de la duda. En efecto, el sabio, aunque cree en la existencia de las leyes naturales, sabe también que ellas son difíciles de descubrir y, por consiguiente, no debe confiar de buenas a primeras en sí mismo, en sus ideas y teorías. Debe saber dudar. Esto quiere decir que no debe identificar su duda con el escepticismo, actitud negativa según la cual no hay verdad alguna. La actitud del hombre de ciencia debe ser ese espíritu crítico que consiste en no aceptar ninguna afirmación sin comprobarla y reaccionar contra la credulidad natural que arrastra al hombre a creer en la primera nueva, en lo primero que se nos cuanta, en lo primero que se anuncia en los periódicos o en los libros, so pretexto de que son afirmaciones de personas autorizadas e ilustradas. Recordemos que la ilustración no siempre excluye a la mala fe y al partidismo; al contrario, generalmente sirve para encubrirlos.

IX La ciencia tiene un fin eminentemente teórico, es decir, independiente de la utilidad, desinteresado. No está subordinada a las aplicaciones prácticas que puedan desprenderse de ella.

De todo lo dicho, se infiere que el espíritu científico debe estar dotado de ciertos atributos morales. Primeramente, del amor a la verdad y de la valentía intelectual. En efecto el sabio no sólo requiere valentía intelectual, sino valentía a secas para ejecutar ciertas observaciones y experiencias y exponer sus resultados, como también para combatir los prejuicios sociales. En seguida debe estar dotado de sinceridad intelectual, que consiste en no ocultar las verdades por el sólo hecho de que no conviene decirlas; de probabilidad intelectual, que hace que el sabio no dé como demostrado lo que no lo está verdaderamente, como también que se incline sin prejuicios ante la veracidad de los hechos bien establecidos. El espíritu científico supone, en fin, modestia y tolerancia, que resultan del sentido mismo de la complejidad de los problemas científicos.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Epistemología: Caracteres generales del conocimiento científico I

I La ciencia reduce los hechos concretos y complejos a sus elementos simples y abstractos, y de esto modo, reduce la pluralidad representada por los hechos a la unidad representada por la ley que los rige.

Así, por ejemplo, las variadas manifestaciones e la luz, de calor, de sonido, de electricidad, etc., son para la ciencia expresiones diversificadas de un solo y mismo fenómeno: el movimiento.

II El empleo de la medida es otro de sus caracteres. Es decir, se esfuerza por traducir todo lo que es cualidad a cantidad. Por ejemplo, una diferencia puramente cualitativa, en apariencia, entre dos sonidos, la reduce ella una diferencia mesurable relativa al número de vibraciones y a la longitud de la onda. Este esfuerzo por introducir el cálculo matemático en sus nociones es cada día más creciente, aun cuando en ciertas ciencias, como en la psicología por ejemplo, ha encontrado aún tropiezos el uso de la medida.

III El análisis de los fenómenos le permite alcanzar un grado de generalidad y de unidad cada vez mayores, estableciendo primero clasificaciones y definiciones e tipo general y desprendiendo de los hechos singulares y variables esas relaciones constantes y generales que se llaman leyes, unificando, finalmente, las leyes mismas por medio de principios y teorías más generales aún. De este modo, la ciencia se convierte, poco a poco, en una disciplina verdaderamente explicativa y nos da a conocer el “cómo” y aun el “por qué” de las cosas.

Con respecto a la función explicativa de las ciencias, caben las consideraciones siguientes: si se piensa, como pensaba el racionalismo, que entre la causa y el efecto hay una relación constante, necesaria, inteligible (ésta es, aprehensible perfectamente para la razón), la causa es la explicación, la justificación racional del efecto. Si, por el contrario, se considera que no aprehendemos realmente entre los fenómenos relaciones de causa a efecto sino meras relaciones de antecedente a consecuente, como sostiene por ejemplo Hume y Mach, entonces no se explica el efecto sino que se le considera en conexión con otros hechos que aparecen de continuo anteriormente inmediatos a él, y el enlace entre antecedentes y consecuentes es cuestión de hechos; en este caso segundo caso, no se puede hablar propiamente de una explicación sino de una descripción, porque una relación de hecho, contingente, sólo da lugar a una descripción, a que se la registre y tome en cuanta como tal relación empírica. De aquí una consecuencia importante: la noción plena de causalidad conduce a una concepción de ciencia como, disciplina explicativa; en cambio, la noción empirista de la causalidad, que no admite en la sucesión temporal de los hechos sino relaciones contingentes, es el fundamento de un interpretación de la ciencia completamente distinta: la ciencia como disciplina meramente descriptiva.

Los racionalistas han sustentado el punto de vista según el cual la ciencia tendría una función explicativa. Con algunas reservas y con más de una oscuridad, este es también el punto de vista de muchos hombres de ciencia.

El punto de vista de la ciencia como disciplina descriptiva ha sido desarrollado brillantemente, entre otros, por el filósofo y físico Ernst Mach (1838-1916). Mach concilia un empirismo muy afín al de Hume con un pragmatismo basado en el evolucionismo darwiniano. El conocimiento –ha dicho– es una función surgida en la evolución bilógica y regida, como toda función vital, por una finalidad utilitaria. La utilidad en el conocimiento es la previsión, la capacidad de orientarnos sobre lo que sucederán para guiar benéficamente nuestra acción. El saber tiene como objetivo el prever, y el prever es la condición para obrar. La ciencia está determinada por estos imperativos. La ley científica no relaciona causas con efectos. Mach sostiene que la noción de causa es vaga y más metafísica que científica. Tampoco la ley enuncia la esencia del fenómeno, su realidad profunda, sino que es la expresión de los aspectos que en la sucesión de los fenómenos se repiten: es sólo la recapitulación de lo constante. Y si en el examen científico de la realidad prescindimos de los aspectos cambiantes, variables, y nos atenemos a los permanentes y los registramos cuidadosamente, es porque, de acuerdo con el supuesto sentado, lo que hasta hoy se ha repetido regularmente es probable que siga ocurriendo, y nos permita, por lo mismo, prever cómo ocurrirán las cosas en lo sucesivo y manejarnos con seguridad entre los hecho. Como la ley sólo expresa tales hechos, según nuestras comprobaciones, ocurren o varían en función de otros, propone Mach reemplazar la noción de causa por la de función.

Emile Mayerson, se ha opuesto a los puntos de vista de Mach y ha reivindicada el causalismo. No juzga, es cierto, la causalidad como algo que corresponde estrictamente a la realidad, sino que la defiende como una exigencia de nuestra razón, de la cual no podemos prescindir, y la ciencia, en su opinión jamás prescinde. La causalidad, dice, busca la identificación de la causa y el efecto, de antecedentes y consecuentes; trata de mostrarnos cómo el efecto, por decirlo así, sale de la causa; cómo, en última instancia, causa y efecto son lo mismo en momentos distintos. Sólo esta identificación, agrega, racionaliza la realidad, y la ciencia procura tal racionalización.

Para Mach el saber tiene fin pragmático; Para Meyerson el saber científico es un conocimiento que mira a satisfacer nuestras necesidades racionales, y que elabora y, en parte, violenta los datos de la experiencia en vista de las exigencias de nuestra razón.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

martes, 9 de febrero de 2010

Ciencia y Filosofía

La materia de estudio de la mayoría de las ciencias es exclusivamente el mundo de los fenómenos. (En griego, fenómeno significa “lo que se manifiesta”, “lo que aparece”). La filosofía, además de hacer una síntesis de los conocimientos relativos a los fenómenos, se plantea también el interrogante de si el mundo fenoménico constituye todo lo que existe o si hay una realidad más profunda que escapa de al conocimiento de nuestros sentidos. Dicho en otras palabras, no se contenta, como la hacen las ciencias, con tratar de conocer el mundo de los fenómenos o mundo de lo relativo, sin que intenta saber si fuera de este mundo de lo relativo, existe una realidad más profunda, básica, e inmutable, de la cual los fenómenos no serían sino un reflejo, y, dirigida por esta afán, quiere construir una teoría de lo absoluto. A esta realidad profunda, que escapa de las limitaciones, la llamó Kant el mundo de los “nóumenos” en oposición al mundo de los “fenómenos”. Se trata aquí de una serie de problemas, tales como el de la existencia del alma, de Dios, de la libertad moral, etc., cuya solución no puede alcanzarse ni mediante el laboratorio ni el cálculo matemático.

De lo anterior, se desprende una nueva diferencia: si la ciencia se ocupa sólo de lo referente al mundo de los fenómenos, fácil es ver entonces que ella tratará de descubrir únicamente las causas y razones más próximas y particulares de los diversos seres y hechos que existen. La filosofía, en cambio, en su propósito de alcanzar el mundo de lo absoluto, de la realidad “en sí”, buscará las causas primeras, profundas y universales.

Las diferencias anteriores conducen a otra de carácter metodológico. En la mayoría de las ciencias predomina el método experiencial aquel que consiste en determinar las verdades apoyándolas siempre en la en la comprobación precisa de los hechos. En filosofía la experiencia desempeña también un gran papel, pero es evidente que el tratamiento de ciertos problemas que escapan a la simple experiencia, y que suelen denominarse, por eso mismo, “transcendentes”, tienen que ser examinados a la luz de la razón. El método de la filosofía es, pues, principalmente la reflexión pura, o bien la intuición.

Las ciencias se proponen únicamente conocer y formular la verdad; su fin es, pues, exclusivamente teórico. La filosofía, además de este fin teórico, tiene un fin práctico: se empeña en orientar al espíritu humano hacia ideales superiores. Las ciencias suministran al hombre medios que lo hacen cada vez más poderoso en su lucha frente a la naturaleza; pero no le indican los fines con que debe utilizar tales medios. Aquí reside justamente una de las tareas más importantes de la filosofía: reflexionar sobre tales fines, meditar sobre la manera más honorable de utilizar el poder que da la ciencia a la acción. Así se explica que la mayor parte de la grandes figuras del pensamiento filosófico hayan dedicado muchas de sus más sólidas reflexiones a la busca de solución de los problemas morales.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

lunes, 8 de febrero de 2010

Epistemología: La posibilidad del conocimiento II

Pragmatismo

El escepticismo es una posición negativa: niega la posibilidad de conocimiento. Esta doctrina reaparece en forma nueva en el moderno Pragmatismo.

El escepticismo, al negar la posibilidad del conocimiento, niega también la posibilidad de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y su objeto. Otro tanto hace el pragmatismo; pero no se detiene en esta negación, sino que reemplaza el concepto abandonando por un nuevo concepto de la verdad. Según él, “verdadero” significa útil, valioso, fomentador de la vida. El hombre, dice esta doctrina, no es en primer término un ser teórico sino práctico. Su intelecto está dado en el hombre no para investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad. El conocimiento humano recibe su sentido y valor de éste su destino práctico. La verdad consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines prácticos. La idea de redondez de la tierra, por ejemplo, es verdadera porque fe útil a la navegación.

Sus representantes son: Peirce y W. James, en Norteamérica; Shiller, en Inglaterra.

En Alemania, Niestzche ha sostenido una doctrina análoga: El valor de un juicio, dice, reside en el hecho de hasta qué punto estimula la vida, conserva la especie. Otros representantes alemanes los encontramos en Vaihinger, y en Simmel, que ha sostenido la “filosofía del dinero”.

Es evidente que no puede confundirse lo “verdadero” con lo “útil”, pues una verdad puede resultar nociva y no por esto deja de ser verdad. En muchas ocasiones, un error, una mentira, pueden ser útiles.

Criticismo

Subjetivismo, relativismo y pragmatismo son, en el fondo, escepticismo. La antítesis de ellos es la dogmatismo. Pero hay una tercera posición, que resolverá la tesis y la antítesis, adoptando una posición intermedia: el criticismo.

El criticismo comparte con el dogmatismo la confianza en el poder de la razón humana. Está convencido en la posibilidad de alcanzar la verdad. Pero mientras esta confianza induce al dogmatismo todas las afirmaciones de la raza humana y a no reconocer límites al poder del conocimiento, el criticismo próximo en esto al escepticismo, une a la confianza en el poder de la razón la desconfianza en que la razón humana pueda lograr conocer cuanto desee. El conocimiento es posible, pero hay que reconocer que, por razones de una natural limitación de nuestras facultades de conocimiento, no podemos pretender alcanzar la verdad en todo: hay ciertas cuestiones, por ejemplo, las relativas a la metafísica en las cuales tendremos que conformarnos con simples hipótesis o teorías. Por esto, el criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana e investiga su valor. Su actitud frente a ellas no es ni dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica; de aquí su nombre. El criticismo es la única posición justa a este respecto.

Hay brotes de criticismo en la antigüedad en Platón, Aristóteles y en los Estoicos. En los tiempos modernos, en Descartes y en Leibnitz. Pero el verdadero fundador es Manuel Kant (1724-1802), cuya filosofía se llama pura y simplemente “criticismo.”

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Epistemología: La posibilidad del conocimiento I

A través de la historia de las ideas, se han formulado diversas opiniones acerca del problema de la posibilidad de alcanzar el conocimiento. Haremos un examen de las principales:

Dogmatismo

Esta posición cree que el hombre puede conseguir, sin limitaciones, el conocimiento total del universo. Esta creencia se funda en una confianza absoluta en el poder de la razón humana, confianza no debilitada aún por duda alguna. Se le denomina dogmatismo porque sus partidarios no dan pruebas racionales acerca de los poderes absolutos que suponen a la razón humana, sino que simplemente confían o creen en tales poderes.

Esta es la posición de los primeros filósofos griegos, los presocráticos de los siglos VII y VI A. de C., que pretendieron descubrir el elemento primordial de las cosas, sin preguntarse aún si la razón humana es o no capaz de tal empresa.

Escepticismo

Esta doctrina niega la posibilidad de alcanzar el conocimiento verdadero. Por esto, el escepticismo jamás está cierto de nada: examina, busca, cavila y duda siempre, y ante la imposibilidad de alcanzar la verdad –de los cual está convencido–, recomienda y practica la suspensión del juicio.

Hay que distinguir un escepticismo absoluto y radical, tal como lo preconizó su fundador Pirrón, en el siglo IV A. de C., escepticismo que se refiere a todo el conocimiento en general; y un escepticismo especial, que se refiere sólo a ciertas materias. De este tipo es el Positivismo fundado por A. Comte, que niega la posibilidad de alcanzar verdades en el ámbito de lo metafísico.

Entre las formas de escepticismo especial, es interesante el escepticismo metódico de R. Descartes, para quien la duda es el principio del método: hay que dudar, dice, para evitar lo falso y llegar después a la verdad.

Una forma atenuada de escepticismo la encontramos en el Probabilismo, doctrina de Arcesilao (siglo III A. de C.) Según él, es imposible un saber riguroso. Nunca podremos saber si algo es verdadero; sólo podremos afirmar que algo es probable. No hay certeza, sólo hay probabilidad.

Con el avance de las ciencias, un escepticismo radical es hoy día insostenible. Sin embargo, el escepticismo en general, como punto de partida para buscar la verdad, es fecundo, porque hunda la dudad en nuestro espíritu, y hace así que no nos atengamos, a ojos cerrados a las soluciones que se nos ofrecen acerca de los diversos problemas, sino que busquemos otras hasta encontrar la verdad.

Subjetivismo y Relativismo

El escepticismo sostiene que la verdad no existe. El subjetivismo y el relativismo no van tan lejos. Según estas teorías, hay verdades, pero ellas tienen una validez limitada. No existen verdades universalmente válidas.

El subjetivismo limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga. Este puede ser tanto un sujeto individual o el individuo humano. En el primer caso, tenemos un subjetivismo individual: en el segundo caso, un subjetivismo general. Según el subjetivismo individual, la verdad es válida sólo para el sujeto individual que formula; para los demás, puede ser falsa. El subjetivismo general sostiene que hay verdes supra-individuales, pero no verdades universalmente válidas, pues los juicios sólo valen para el género humano. Fuera de este ámbito, carecen absolutamente de validez. Esta posición ha sido llamada algunas veces teoría humanista del conocimiento.

El relativismo afirma que no hay verdades absolutas ni universalmente válidas. Toda verdad es relativa y tiene validez limitada. Mientras el subjetivismo sostiene que el conocimiento humano depende de factores que residen en el sujeto que conoce, el relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento humano de factores externos, tales como la influencia del medio, del espíritu del tiempo, la pertenencia a un determinado círculo cultural, etc.

Históricamente los primeros representantes del subjetivismo son los sofistas: Protágoras, Gorgias, etc.

El relativismo ha sido defendido por el pensador alemán Osvaldo Spencer, en su obra “Decadencia de Occidente”. Dice en ella: “Sólo hay verdades en relación con una humanidad determinada”. El círculo de validez de las verdades coincide con el círculo cultural y temporal de que proceden sus defensores. Las verdades filosóficas, matemáticas, científicas en general, son sólo válidas dentro del círculo cultural a que pertenecen. No hay ciencias universales. Hay sólo una Filosofía de Descartes, una Física de Newton, etc.

Tanto el subjetivismo como el relativismo incurren en una contradicción análoga: es un contrasentido sostener que una verdad no sea universalmente válida. La validez de la verdad significa la concordancia del juicio con la realidad objetiva a que se refiere. Si existe esta concordancia, no tiene sentido pretender limitarla a un individuo aislado o a cierto número de hombres. Si existe, existe para todos. El dilema, por consiguiente, es este: o el juicio es falso, y entonces no es válido para nadie, o es verdadero, u entonces es válido para todos, vale decir, es universalmente válido. Quien mantenga el concepto de verdad y afirme que no hay ninguna verdad universalmente válida, se contradice a sí mismo. El subjetivismo niega la validez universal de la verdad, y, sin embargo, pretende darle validez universal al juicio que sirve como base de su doctrina, a saber: “No hay verdades de validez universal”. Con este mismo derecho, podemos exigir el carácter de validez universal al juicio opuesto a éste. Al hacer la afirmación anterior, el subjetivismo demuestra estar convencido prácticamente de la validez universal de la verdad que niega teóricamente.

Algo semejante le ocurre al relativismo, cuando sienta la tesis de que toda verdad es relativa, está convencido de que esta tesis reproduce una situación objetiva y es, por ende, válida para todos los sujetos pensantes.

Cuando Spengler formula la proposición: “Sólo hay verdades en relación a una humanidad determinada”, pretende dar expresión a una situación objetiva, que debe reconocer todo ser racional. Si alguien le repusiese: “De acuerdo con sus propios principios, señor spengler, su juicio es sólo válido para el círculo cultural a que Ud. Pertenece. Pero como yo pertenezco a un círculo cultural diferente del suyo, no estoy obligado a conferir validez a su afirmación y tengo pleno derecho, además, para aceptar como verdadero, esto otro juicio”: “Toda verdad es absoluta y tiene validez universal.”

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Verdad: concepto y criterio

Ordinariamente, se define la verdad como aquello que está de acuerdo con la realidad. Así, esta proposición: “El papel en el que leo es blanco”, será verdad si, en efecto, está conforme con la realidad, si está de acuerdo con lo que es; de lo contrario, sería falsa o errónea.

J. Hesse, en su “Teoría del Conocimiento.” Ed. Losada, Bs. Aires, 1938, distingue dos conceptos diferentes de la verdad: uno transcendente y uno inmanente. Según el concepto transcendente de la verdad, una proposición es verdadera cuando hay una concordancia del pensamiento con aquello sobre lo cual se piensa, es decir, con algo que existe fuera del pensamiento mismo.

Según el concepto inmanente de la verdad, en cabio, la esencia de la verdad no radica en la relación entre el pensamiento y algo que está fuera de él, algo trascendente al pensamiento, sino con algo que reside dentro del pensamiento mismo. De acuerdo con este concepto, la verdad, entonces, es la concordancia del pensamiento consigo mismo. En este caso, un juicio será verdadero, por consiguiente, cuando esté conforme con las propias leyes y normas del pensamiento. La verdad, significa según esto, algo puramente formal; coincide por ende, con la corrección lógica.

El concepto inmanente en la verdad sólo tiene sentido dentro de una concepción idealista del conocimiento. En efecto, según el idealismo no hay objetos independientes del pensamiento, sino que todo se halla dentro de éste; en consecuencia, la verdad sólo puede residir en la concordancia del pensamiento consigo mismo, en la corrección lógica, en la ausencia de contradicción.

Pero, a este respecto, hay que saber que la ausencia de contradicción, es en realidad un criterio de la verdad, pero no un criterio general, válido para todo tipo de conocimiento, sino un criterio válido sólo para una clase determinada de conocimiento: para el conocimiento relativo a la esfera de las ciencias formales o ideales, como la lógica o la matemática. En estas ciencias el pensamiento no se encuentra con objetos reales, sino con objetos ideales; permanece él, en cierto modo, dentro de su propia esfera. Sólo en este caso, por lo tanto, es válido el concepto de inmanente de la verdad, y por consiguiente el criterio de la misma, dado con él. Nuestros juicios, de este modo, serán verdaderos cuando estén formados de acuerdo con las leyes y normas del pensamiento; y sabremos que cumplen con esta condición si están exentos de esta contradicción.

Mas este criterio fracasa tan pronto se trata de objetos reales, físicos o psíquicos. Frente a estos objetos, el concepto de la verdad será el transcendente: verdaderos serán aquellos juicios que estén de acuerdo con estos objetos ¿Cómo los reconocemos como verdaderos? Cuando se trata de objetos psíquicos, como, por ejemplo, cuando tenemos la certeza del color rojo que vemos o de un dolor que sentimos, el criterio de la verdad podrá ser la presencia o la realidad inmediata de estos objetos. Pero ocurre que esta realidad inmediata carece de validez universal. De aquí, pues, que frente a los objetos reales no cabe otro criterio de la verdad que su base en la experiencia y su conformidad con el principio de causalidad.

Esta es la razón por la cual las ciencias que se ocupan del estudio de los seres y de los fenómenos recurren al laboratorio, a la experiencia para verificar sus verdades, pues sólo allí encontrarán un respaldo seguro que les garantice validez, en tanto que las ciencias ideales, como las matemáticas, sólo requieren como base la razón para comprobar sus verdades.

De aquí se desprende, pues, que, en el ámbito científico, hay dos fuentes para buscar la verdad: la experiencia y la razón. Si llegamos a la verdad por medio de la experiencia o de razonamientos inductivos que parten de la comprobación de hechos, se dice que la verdad es empírica. Por ejemplo, es una verdad empírica que el aire es pesado. Si llegamos en cambio a la verdad, pro medio de un razonamiento deductivo, no basado en la experiencia, sino extraído a partir de ciertas premisas o principios ya establecidos, la verdad se llama racional, como es el caso de las verdades matemáticas.

El concepto de verdad se relaciona, pues, estrechamente con la esencia del conocimiento. Verdadero conocimiento es tan solo el conocimiento verdadero. Un “conocimiento falso” no es propiamente conocimiento, sino error e ilusión, juicio falso.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Trepanación y electroterapia: Breve reseña

Los cráneos neolíticos de todo el mundo muestran agujeros trepanados, es decir, raspados o perforados. Los orificios tiene bordes lisos, y muestran claros signos de curación. La trepanación se practicó hasta tiempos relativamente recientes en Europa y sigue en muchas culturas. Las bases teóricas de la moderna técnica de la electroterapia no son más sólidas que las de la trepanación.

Cuando los "doctores" neolíticos trepanaban a un "paciente", ¿creían estar tratando el cuerpo, la mente, el espíritu o el alma? No podemos saberlo, pero es probable que reconocieran esas distinciones.

Gellaty, Angus (2002). Mente y cerebro para principiantes. Buenos Aires: Era Naciente

domingo, 7 de febrero de 2010

FARC: Breve revisión

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En 1966 se conforman las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con la venia del Décimo Congreso del Partido Comunista, bajo la dirección de Manuel Marulanda, “Tirofijo”. En dicho Congreso se buscó establecer una continuidad histórica: “La lucha armada ha venido ocurriendo en Colombia, en la forma de guerrillas campesinas, incluso antes que se pudiera decir que existiera una situación revolucionaria en el país”. Dos años antes debutó el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) de orientación guevarista. La proliferación guerrillera fue enfrentada en forma decidida por el gobierno, que lanzó grandes ofensivas contra los subversivos causándoles graves reveses.

En 1982, el gobierno del Presidente Belisario Betancurt promovió una apertura política mediante una amnistía. Las FARC realizaron un esfuerzo de reinserción política y crearon un brazo político, la Unión Patriótica (UP). El experimento fracasó pues los militantes de la UP, que incluían a guerrilleros desmovilizados, fueron asesinados en forma masiva. Elementos paramilitares y no identificados (militares y agentes del Estado) dieron cuenta de más de dos mil militantes de la UP.

A lo largo de los 80, el nexo entre guerrilleros y plantadores pasó rápidamente de la marihuana a la cocaína, y más tarde a la amapola. Los cultivadores de la hoja de coca y amapola pagan un impuesto que les permite cosechar, en tanto que los narcotraficantes pagan por la protección de pistas y laboratorios.

Las guerrillas de las FARC y el ELN se multiplicaron con el ataque a líneas de alta tensión, oleoductos e instalaciones policiales y militares. Con casi centenares de frentes abiertos, estos dos grupos controlaban regiones cada vez más extensas y económicamente poderosas en la zona cafetera, el Caribe e incluso las cercanías de Bogotá y Medellín. Todo cambió cuando a medida que el conflicto se proyectó hacia las grandes ciudades. Entonces cundió un sentimiento de inseguridad que, en forma gradual, fue incorporando la vida cotidiana. Llegó a ser tal el deterioro que la población dejó de utilizar las carreteras donde guerrillas y paramilitares solían instalar los llamados retenes. Allí filtraban el tráfico secuestrando a quienes consideraban de algún interés. Con cruel humor negro, las FRAC llamaron a esta actividad “pesca milagrosa”. De tanto en tanto, en estos controles ilícitos daban con un “pez gordo”, por cuya libertad exigían el pago de una alta suma.

En cuanto a las fuerzas de las organizaciones insurgentes es difícil conocer con precisión sus números, pero se estima que las FARC desplegaban entre 16 y 18 mil efectivos. Sus contingentes se distribuyen en 60 frentes. Las Milicias Bolivarianas le sirven como fuerzas de apoyo no armado. El ELN contaría con unos 3.500 efectivos que operan en 25 frentes rurales y en 13 ciudades. La especialidad del ELN es la destrucción de infraestructura, en especial de oleoductos.

Con 17 muertos y más de 50 heridos comenzó, el 9 de Agosto de 2002, el primer día de gobierno del Presidente Álvaro Uribe. La guerrilla, en un acto desafiante, disparó morteros contra la Casa de Nariño, como es llamado el palacio presidencial.

En lo que toca a los principales protagonistas del conflicto, tanto el gobierno como los guerrilleros saben que ningún bando puede obtener una victoria militar definitiva en un futuro previsible. Toda solución vendrá de una mesa de negociación. El ejército dice que busca debilitar a los insurgentes para obligarlos a sentarse a la ansiada mesa. Los guerrilleros dicen que combaten al ejército tras el mismo objetivo.

Sohr, Raúl (2008) El mundo y sus guerras; Segunda edición. Santiago: Random House Mondadori S.A

Empirismo: Locke y Hume

Nace una corriente diametralmente opuesta al racionalismo, que se denomina empirismo. Uno de sus máximos representantes es John Locke (1632-1704), quien ataca a Descartes fundamentalmente por su noción de “ideas innatas”. Locke afirma que la fuente de todas las ideas de los hombres es la experiencia sensorial. Existen ideas simples, como la idea de movimiento, de lo amargo, o lo dulce, que provienen del mundo físico, empírico, observable. Tales ideas, luego se reorganizan en numerosas configuraciones.

Este análisis de Locke sobre el conocimiento es relevante para la psicología, ya que supone una conciencia constituida por ideas simples que se combinan entre sí conformando ideas complejas. Esto da lugar al asociacionismo psicológico.

Las ideas simples según Locke, son aquellas que no se pueden dividir o analizar en otras. Las ideas complejas son composiciones de ideas simples. El asociacionismo intenta dar cuenta de las distintas combinaciones de ideas que constituyen la mente humana. Locke en el capítulo IV de su obra Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) establece algunas nociones que explican tal proceso.

El escocés David Hume (1711-1776) lleva hasta sus límites el enfoque empirista. Al igual que Locke, sostiene que todo conocimiento procede de la experiencia; y retomando las ideas asociacionistas (ya presentes en Platón y Aristóteles), establece la existencia de por lo menos tres leyes de asociación: Semejanza, Contigüidad y Causa-Efecto.

Bur, Ricardo. (2007) Psicología para principiantes. Buenos Aires: Era naciente

El yo consciente de René Descartes, breve reseña

Existe un único conocimiento cierto, firme y seguro. Este principio es el que le (a Descartes) permite sostener que mientras él está pensando, él es una cosa. Aun engañado por un genio, él tiene que existir o ser para poder resultar engañado. Acuña así la frase famosa, que pasará a la historia en latín como Cogito, ergo sum (es decir: “Pienso, entonces existo”).

Si puedo estar seguro de que “mientras pienso, soy”, es necesario preguntarse entonces: ¿Qué soy? La respuesta que da Descartes es “Soy una cosa que piensa”, una “sustancia” pensante. El hecho de tomar consciencia de que pienso permite llegar a la certeza inmediata de mi propia existencia. Aún hoy esta suposición sigue vigente en la humanidad. Es la presunción de una identidad personal. Suponemos que somos “algo” que “permanece” siempre igual, y que ese algo es posible de conocer; que tenemos una “identidad” y que, como sujetos, somos soberanos y dueños de nuestras propias determinaciones.

Esta idea de un “yo” sustancial, caracterizará los años venideros de la modernidad. Un sujeto “dueño de sí”.

Bur, Ricardo. (2007) Psicología para principiantes. Buenos Aires: Era naciente

Epistemología: Cs. Naturales y Cs. Sociales, breve origen

Algunas tradiciones de origen romántico e idealista no aceptan la existencia de un solo patrón de conocimiento e introducen una distinción clara entre los métodos y contenidos de las ciencias sociales (Geisteswissenschaften) y aquellos de las ciencias naturales (Naturwissenschaften). Esta distinción entre dos tipos de conocimiento tiene su antecedente directo en la distinción kantiana entre fenómeno y noúmeno. El mundo fenomenal de la naturaleza está sometido a leyes causales, mientras el mundo noumenal del espíritu carece de esa determinación y puede ser aprehendido solo mediante una clase especial de comprensión. Para Kant los seres humanos no pueden conocer el mundo de las cosas en sí, el mundo del espíritu, pero ciertas categorías innatas de su mente, que no derivan de la experiencia, les permite aprehender y clasificar el mundo fenomenal de los objetos naturales. Esta distinción lleva a la hermenéutica a plantear dos tipos distinto de ciencia con sus metodologías propias.

"Autores de referencia": Rickert, Droysen, Dilthey y Ranke.

Larraín, J. (2009) El concepto ideología. Volumen III. Santiago: LOM

Epistemología: cuatro acercamientos clásicos al conocimiento IV

Apriorismo
Segundo intento de mediación entre el racionalismo y el empirismo. Considera a la experiencia y a la razón como fuentes del conocimiento.

El fundador del apriorismo es Kant. Según él hay que distinguir en el conocimiento dos factores: la materia y la forma. La materia del conocimiento procede de la experiencia y la forma viene de la razón. La materia son las sensaciones: éstas carecen de regla y de orden. Nuestro pensamiento introduce el orden en medio del caos de las sensaciones, enlazándolas unas con otras y poniéndolas en conexión. Este orden es posible en virtud de que existen en nosotros mismo ciertas formas a priori (independientes de la experiencia), tales como el espacio y el tiempo que sirven para ordenar las sensaciones. Son las “formas de la sensibilidad”. Después nuestro espíritu introduce una nueva conexión entre los contenidos de la percepción, con ayuda de las “formas del pensamiento” o categorías: calidad, cantidad, modalidad, y relación y así surge el conocimiento. Estos factores a priori o “formas” semejan recipientes vacíos que la experiencia llena con contenidos concretos.

Como se ve el apriorismo explica la relación entre la experiencia y el pensamiento en forma diferente del intelectualismo. Este último no reconoce la existencia de ningún factor a priori en la razón. Nada hay en el intelecto que no haya estado antes en la experiencia. El apriorismo, en cambio sostiene que hay en nuestro intelecto factores a priori: los que llama “formas” de la sensibilidad y del entendimiento. Esta era también la opinión del racionalismo; pero mientras este consideraba a dichos factores a priori como contenidos del pensamiento, como conceptos perfectos, el apriorismo los considera como simples formas vacías de todo contenido, que la experiencia debe llenar; y en todo esto, el apriorismo se aleja del racionalismo y se acerca al empirismo, sin confundirse con él.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Epistemología: cuatro acercamientos clásicos al conocimiento III

Intelectualismo
Es una solución conciliatoria entre el racionalismo y el empirismo. Dice que experiencia y razón participan en la producción del conocimiento. Sostiene con el racionalismo que hay juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos, pero no sólo sobre los objetos ideales sino también sobre los reales. Pero mientras el racionalismo considera los elementos de estos juicios como un patrimonio a priori de nuestra razón, el intelectualismo los hace derivar de la experiencia. Apoyándose en la experiencia, nuestra razón elabora las ideas abstractas y generales.

En la antigüedad, su representante es Aristóteles. Como discípulo de Platón, Aristóteles es racionalista; como naturalista, es empirista, y de aquí la unión en él de ambas doctrinas. Aristóteles sostiene que por medio de los sentidos, obtenemos imágenes perceptivas de los objetos concretos. En estas imágenes se halla contenida la esencia general, la idea de la cosa, la cual se extrae por una facultad especial: el entendimiento agente, que obra como luz alumbrando en el fondo de ellas la esencia general. Esta es recibida por el entendimiento pasivo y queda así realizado el conocimiento.

En términos análogos, expuso Santo Tomás esta teoría en la E. Media.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Epistemología: cuatro acercamientos clásicos al conocimiento II

Empirismo
Representa una reacción contra el racionalismo. Para él, la única fuente del conocimiento es la experiencia. El espíritu es como una tabla raza. Todos nuestros conocimientos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia. La experiencia es doble: interna y externa. Aquella que se refiere a la percepción, de sí mismo, ésta a la percepción por los sentidos. Hay una forma del empirismo que acepta sólo la experiencia externe como fuente del conocimiento: es el Sensualismo, cuyo representante es Condillac.

El pensamiento y el conocimiento –dice el empirismo– están en evolución. Parten ambos de los hechos concretos. Así, el niño empieza por tener percepciones concretas y sobre la base de ellas llega paulatinamente a formar representaciones generales y conceptos. No existen, por lo tanto, ideas innatas, como lo sostienen los racionalistas.

En la antigüedad representan esta doctrina los Sofistas, los Estoicos y los Epicúreos.

En la Edad Moderna, su representante más connotado es el inglés Loke. Hay que agregar, los nombres de Hume, S. Mill y Spencer.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

Epistemología: cuatro acercamientos clásicos al conocimientos I

Racionalismo
Esta doctrina ve en la razón la fuente principal del conocimiento. Según el racionalismo, un conocimiento sólo merece, en realidad, este nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. Cuando nuestra razón juzga que una cosa no puede ser de otro modo, siempre y en todas partes, entonces y sólo entonces es un verdadero conocimiento.

Los fundamentos en la experiencia no tienen una necesidad lógica y les falta validez universal. Son válidos sólo hasta donde hemos podido comprobarlos. Por ejemplo el juicio: “El agua hierve a 100°”

Los juicios fundados en la razón, en cambio, poseen necesidad lógica y validez universal. Por ejemplo, el juicio: “El triangulo es una figura geométrica de tres lados”.

Según lo dicho, todo verdadero conocimiento se funda, entonces, en el pensamiento, en la razón, y ésta es, por ende, la fuente y base del conocimiento humano.

El representante máximo del racionalismo en la antigüedad es Platón. Según él, los sentidos, la experiencia, no nos suministran el conocimiento verdadero porque el mundo de la experiencia es cambiante. Sólo el pensamiento es inmutable y sólo en él reside el verdadero conocimiento, el conocimiento de las ideas. Después encontramos a Plotino y a San Agustín. Para esto último, el conocimiento tiene lugar cuando nuestro espíritu es iluminado por Dios, quien irradia a nuestra razón las verdades y los conceptos supremos. Este es el Racionalismo Teológico. Esta forma teológica del racionalismo continúa en la E. Media.

En la Era Moderna, reaparece en Malebranche (siglo XVII) y en el filósofo italiano Gioberti, del siglo XIX.

En la forma metafísica, a la manera de Platón, lo encontramos en el fundador de la filosofía moderna, René Descartes, y en Leibnitz.

El mérito del racionalismo consiste en haber visto y subrayado el papel importante que desempeña la razón en la tarea del conocimiento, pero es exclusivista y dogmático, pues no solo la razón sino que también la experiencia son fuente de conocimiento.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.