El inicio del siglo XIX también vio el desarrollo de la frenología por Franz Gall (1758-1828) y Johan Supurzhein (1776-1832). Los dos eran hábiles neuroanatomistas y creían con fervor dos cosas, el cerebro es el órgano de la mente y que diferentes facultades mentales y morales se localizan en ciertas regiones corticales.
Lamentablemente, también creían que la medida en que un individuo poseía una facultad, como la «memoria» o el «amor por los hijos», dependía del tamaño del área cerebral pertinente. Eso a su vez, se reflejaba en la forma del cráneo en esa área. Un padre afectuoso debía tener un bulto en el lugar apropiado. Se difundió la idea de que la personalidad podía analizarse por el examen del cráneo. Ir al frenólogo par que palpara los bultos se puso tan de moda como en siglo XX sería ir al analista. Pero nunca coincidían los frenólogos en cuanto a las funciones mentales ni a su posición sobre el cráneo.
Gellaty, Angus (2002). Mente y cerebro para principiantes. Buenos Aires: Era Naciente
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