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Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

lunes, 8 de febrero de 2010

Epistemología: La posibilidad del conocimiento I

A través de la historia de las ideas, se han formulado diversas opiniones acerca del problema de la posibilidad de alcanzar el conocimiento. Haremos un examen de las principales:

Dogmatismo

Esta posición cree que el hombre puede conseguir, sin limitaciones, el conocimiento total del universo. Esta creencia se funda en una confianza absoluta en el poder de la razón humana, confianza no debilitada aún por duda alguna. Se le denomina dogmatismo porque sus partidarios no dan pruebas racionales acerca de los poderes absolutos que suponen a la razón humana, sino que simplemente confían o creen en tales poderes.

Esta es la posición de los primeros filósofos griegos, los presocráticos de los siglos VII y VI A. de C., que pretendieron descubrir el elemento primordial de las cosas, sin preguntarse aún si la razón humana es o no capaz de tal empresa.

Escepticismo

Esta doctrina niega la posibilidad de alcanzar el conocimiento verdadero. Por esto, el escepticismo jamás está cierto de nada: examina, busca, cavila y duda siempre, y ante la imposibilidad de alcanzar la verdad –de los cual está convencido–, recomienda y practica la suspensión del juicio.

Hay que distinguir un escepticismo absoluto y radical, tal como lo preconizó su fundador Pirrón, en el siglo IV A. de C., escepticismo que se refiere a todo el conocimiento en general; y un escepticismo especial, que se refiere sólo a ciertas materias. De este tipo es el Positivismo fundado por A. Comte, que niega la posibilidad de alcanzar verdades en el ámbito de lo metafísico.

Entre las formas de escepticismo especial, es interesante el escepticismo metódico de R. Descartes, para quien la duda es el principio del método: hay que dudar, dice, para evitar lo falso y llegar después a la verdad.

Una forma atenuada de escepticismo la encontramos en el Probabilismo, doctrina de Arcesilao (siglo III A. de C.) Según él, es imposible un saber riguroso. Nunca podremos saber si algo es verdadero; sólo podremos afirmar que algo es probable. No hay certeza, sólo hay probabilidad.

Con el avance de las ciencias, un escepticismo radical es hoy día insostenible. Sin embargo, el escepticismo en general, como punto de partida para buscar la verdad, es fecundo, porque hunda la dudad en nuestro espíritu, y hace así que no nos atengamos, a ojos cerrados a las soluciones que se nos ofrecen acerca de los diversos problemas, sino que busquemos otras hasta encontrar la verdad.

Subjetivismo y Relativismo

El escepticismo sostiene que la verdad no existe. El subjetivismo y el relativismo no van tan lejos. Según estas teorías, hay verdades, pero ellas tienen una validez limitada. No existen verdades universalmente válidas.

El subjetivismo limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga. Este puede ser tanto un sujeto individual o el individuo humano. En el primer caso, tenemos un subjetivismo individual: en el segundo caso, un subjetivismo general. Según el subjetivismo individual, la verdad es válida sólo para el sujeto individual que formula; para los demás, puede ser falsa. El subjetivismo general sostiene que hay verdes supra-individuales, pero no verdades universalmente válidas, pues los juicios sólo valen para el género humano. Fuera de este ámbito, carecen absolutamente de validez. Esta posición ha sido llamada algunas veces teoría humanista del conocimiento.

El relativismo afirma que no hay verdades absolutas ni universalmente válidas. Toda verdad es relativa y tiene validez limitada. Mientras el subjetivismo sostiene que el conocimiento humano depende de factores que residen en el sujeto que conoce, el relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento humano de factores externos, tales como la influencia del medio, del espíritu del tiempo, la pertenencia a un determinado círculo cultural, etc.

Históricamente los primeros representantes del subjetivismo son los sofistas: Protágoras, Gorgias, etc.

El relativismo ha sido defendido por el pensador alemán Osvaldo Spencer, en su obra “Decadencia de Occidente”. Dice en ella: “Sólo hay verdades en relación con una humanidad determinada”. El círculo de validez de las verdades coincide con el círculo cultural y temporal de que proceden sus defensores. Las verdades filosóficas, matemáticas, científicas en general, son sólo válidas dentro del círculo cultural a que pertenecen. No hay ciencias universales. Hay sólo una Filosofía de Descartes, una Física de Newton, etc.

Tanto el subjetivismo como el relativismo incurren en una contradicción análoga: es un contrasentido sostener que una verdad no sea universalmente válida. La validez de la verdad significa la concordancia del juicio con la realidad objetiva a que se refiere. Si existe esta concordancia, no tiene sentido pretender limitarla a un individuo aislado o a cierto número de hombres. Si existe, existe para todos. El dilema, por consiguiente, es este: o el juicio es falso, y entonces no es válido para nadie, o es verdadero, u entonces es válido para todos, vale decir, es universalmente válido. Quien mantenga el concepto de verdad y afirme que no hay ninguna verdad universalmente válida, se contradice a sí mismo. El subjetivismo niega la validez universal de la verdad, y, sin embargo, pretende darle validez universal al juicio que sirve como base de su doctrina, a saber: “No hay verdades de validez universal”. Con este mismo derecho, podemos exigir el carácter de validez universal al juicio opuesto a éste. Al hacer la afirmación anterior, el subjetivismo demuestra estar convencido prácticamente de la validez universal de la verdad que niega teóricamente.

Algo semejante le ocurre al relativismo, cuando sienta la tesis de que toda verdad es relativa, está convencido de que esta tesis reproduce una situación objetiva y es, por ende, válida para todos los sujetos pensantes.

Cuando Spengler formula la proposición: “Sólo hay verdades en relación a una humanidad determinada”, pretende dar expresión a una situación objetiva, que debe reconocer todo ser racional. Si alguien le repusiese: “De acuerdo con sus propios principios, señor spengler, su juicio es sólo válido para el círculo cultural a que Ud. Pertenece. Pero como yo pertenezco a un círculo cultural diferente del suyo, no estoy obligado a conferir validez a su afirmación y tengo pleno derecho, además, para aceptar como verdadero, esto otro juicio”: “Toda verdad es absoluta y tiene validez universal.”

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

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