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Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

domingo, 14 de febrero de 2010

Actualidad: Una sociedad despreciable

Carta de FABIÁN LECAROS AMPUERO al diario El Llanquihue:

Muerte por negación de ambulancia a peatón.

Hace ya dos semanas, el domingo 31 de enero, mi padre Emilio Lecaros Muñoz falleció en un confuso incidente cargado de supuestas negligencias, luego de que no se le otorgara la oportuna atención médica, que podría haber salvado su vida. Caso seguido por el Diario El Llanquihue.

Lo primero que debo comentar es la profunda vergüenza que siento como ciudadano chileno. Lamentablemente es el día en que nuestro país se transformó en un lugar donde en vez de ayudar a un caído en la vía pública se le sustrae sus pertenencias, todo por una mísera suma de dinero. A las personas que cual buitres realizaron este acto, en sus conciencias debe quedar, el hecho de que si mi padre hubiese tenido sus documentos, podría haber sido identificado, y tal vez no estaríamos lamentando su pérdida. No espero nada de ustedes, pero la justicia no tarda en llegar, sea esta la terrenal o la divina.

El siguiente punto tiene que ver con el accionar de los servicios de emergencia, en concreto el Samu. La supuesta negación de auxilio a mi padre es un acto grave, pues los servicios como el Samu tiene la obligación de asistir a personas en peligro vital ¿Acaso una persona en estado de ebriedad que sufre convulsiones no debe ser atendido por el Samu, por encontrarse “ebrio”?

Está bien, haré un esfuerzo de voluntad y supondré que el Samu actuó de buena fe. ¿Un retraso de más de 50 minutos (siendo generoso) en prestar auxilio es justificable para un servicio profesional como debe ser el Samu? No, no lo es. Y eso dejando de lado el hacho de que la ambulancia nunca llegó, y que fueron los propios carabineros quienes trasladaron infructuosamente a mi padre hasta el hospital, donde llegó fallecido.

No me voy a referir mayormente a los desmentidos, provenientes del hospital, que se contradicen con la información proporcionada por testigos, y que será la justicia la que se encargue de contrastar. No puedo esperar más que negaciones cobardes de una institución que ni siquiera se ha dignado a entregar las debidas explicaciones a mi familia en este momento de dolor.

¿Por qué es importante el caso de mi padre? La respuesta es simple, para que nunca más vuelva a ocurrir algo similar. Si se volviera a repetir, entonces Emilio habría muerto en vano. Algo que como puertomontinos no podemos permitir que suceda.

Muerte por negación de ambulancia a peatón [Editorial; Cartas]. (2010, Febrero 14). El Llanquihe, p. A7.

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