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Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Epistemología: Caracteres generales del conocimiento científico I

I La ciencia reduce los hechos concretos y complejos a sus elementos simples y abstractos, y de esto modo, reduce la pluralidad representada por los hechos a la unidad representada por la ley que los rige.

Así, por ejemplo, las variadas manifestaciones e la luz, de calor, de sonido, de electricidad, etc., son para la ciencia expresiones diversificadas de un solo y mismo fenómeno: el movimiento.

II El empleo de la medida es otro de sus caracteres. Es decir, se esfuerza por traducir todo lo que es cualidad a cantidad. Por ejemplo, una diferencia puramente cualitativa, en apariencia, entre dos sonidos, la reduce ella una diferencia mesurable relativa al número de vibraciones y a la longitud de la onda. Este esfuerzo por introducir el cálculo matemático en sus nociones es cada día más creciente, aun cuando en ciertas ciencias, como en la psicología por ejemplo, ha encontrado aún tropiezos el uso de la medida.

III El análisis de los fenómenos le permite alcanzar un grado de generalidad y de unidad cada vez mayores, estableciendo primero clasificaciones y definiciones e tipo general y desprendiendo de los hechos singulares y variables esas relaciones constantes y generales que se llaman leyes, unificando, finalmente, las leyes mismas por medio de principios y teorías más generales aún. De este modo, la ciencia se convierte, poco a poco, en una disciplina verdaderamente explicativa y nos da a conocer el “cómo” y aun el “por qué” de las cosas.

Con respecto a la función explicativa de las ciencias, caben las consideraciones siguientes: si se piensa, como pensaba el racionalismo, que entre la causa y el efecto hay una relación constante, necesaria, inteligible (ésta es, aprehensible perfectamente para la razón), la causa es la explicación, la justificación racional del efecto. Si, por el contrario, se considera que no aprehendemos realmente entre los fenómenos relaciones de causa a efecto sino meras relaciones de antecedente a consecuente, como sostiene por ejemplo Hume y Mach, entonces no se explica el efecto sino que se le considera en conexión con otros hechos que aparecen de continuo anteriormente inmediatos a él, y el enlace entre antecedentes y consecuentes es cuestión de hechos; en este caso segundo caso, no se puede hablar propiamente de una explicación sino de una descripción, porque una relación de hecho, contingente, sólo da lugar a una descripción, a que se la registre y tome en cuanta como tal relación empírica. De aquí una consecuencia importante: la noción plena de causalidad conduce a una concepción de ciencia como, disciplina explicativa; en cambio, la noción empirista de la causalidad, que no admite en la sucesión temporal de los hechos sino relaciones contingentes, es el fundamento de un interpretación de la ciencia completamente distinta: la ciencia como disciplina meramente descriptiva.

Los racionalistas han sustentado el punto de vista según el cual la ciencia tendría una función explicativa. Con algunas reservas y con más de una oscuridad, este es también el punto de vista de muchos hombres de ciencia.

El punto de vista de la ciencia como disciplina descriptiva ha sido desarrollado brillantemente, entre otros, por el filósofo y físico Ernst Mach (1838-1916). Mach concilia un empirismo muy afín al de Hume con un pragmatismo basado en el evolucionismo darwiniano. El conocimiento –ha dicho– es una función surgida en la evolución bilógica y regida, como toda función vital, por una finalidad utilitaria. La utilidad en el conocimiento es la previsión, la capacidad de orientarnos sobre lo que sucederán para guiar benéficamente nuestra acción. El saber tiene como objetivo el prever, y el prever es la condición para obrar. La ciencia está determinada por estos imperativos. La ley científica no relaciona causas con efectos. Mach sostiene que la noción de causa es vaga y más metafísica que científica. Tampoco la ley enuncia la esencia del fenómeno, su realidad profunda, sino que es la expresión de los aspectos que en la sucesión de los fenómenos se repiten: es sólo la recapitulación de lo constante. Y si en el examen científico de la realidad prescindimos de los aspectos cambiantes, variables, y nos atenemos a los permanentes y los registramos cuidadosamente, es porque, de acuerdo con el supuesto sentado, lo que hasta hoy se ha repetido regularmente es probable que siga ocurriendo, y nos permita, por lo mismo, prever cómo ocurrirán las cosas en lo sucesivo y manejarnos con seguridad entre los hecho. Como la ley sólo expresa tales hechos, según nuestras comprobaciones, ocurren o varían en función de otros, propone Mach reemplazar la noción de causa por la de función.

Emile Mayerson, se ha opuesto a los puntos de vista de Mach y ha reivindicada el causalismo. No juzga, es cierto, la causalidad como algo que corresponde estrictamente a la realidad, sino que la defiende como una exigencia de nuestra razón, de la cual no podemos prescindir, y la ciencia, en su opinión jamás prescinde. La causalidad, dice, busca la identificación de la causa y el efecto, de antecedentes y consecuentes; trata de mostrarnos cómo el efecto, por decirlo así, sale de la causa; cómo, en última instancia, causa y efecto son lo mismo en momentos distintos. Sólo esta identificación, agrega, racionaliza la realidad, y la ciencia procura tal racionalización.

Para Mach el saber tiene fin pragmático; Para Meyerson el saber científico es un conocimiento que mira a satisfacer nuestras necesidades racionales, y que elabora y, en parte, violenta los datos de la experiencia en vista de las exigencias de nuestra razón.

Bustos, Oscar Ahumada (1954) Cuaderno de lógica. Santiago: Departamento de Publicaciones, Universidad de Chile.

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