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Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

domingo, 6 de mayo de 2012

Posmodernismo


Es un movimiento internacional contemporáneo extensible a todas las artes. El filósofo francés Gilles Lipovetsky (La era del vacío, 1938) reflexiona sobre este movimiento desde la moda y sostiene que desde los sesenta, ésta es cada vez menos distitivo de clase y tiende aser más abierta, tiende hacia lo efímero, la seducción y la diversificación del gusto. Según este pensador, el predominio de lo individual por sobre lo universal, la marcada carencia de proyeco histórico y el consumismo general conducen al surgimiento de un individualismo narcicista: «[este individualismo] corresponde a la descrispación de las posturas políticas e ideológicas y a la sobrevaloración concomitante de las cuestiones subjetivas. Wiindursf, skate, ala delata, la sociedad posmoderna es la era del deslizamiento». La creciente autonomía del individuo y la aparición de una nueva solidaridad entre pequeños grupos acompañan una ético no fundada en esencialismos ni en el deber, isno minimalista y pragmática, que huye de los fundamentos transmundanos y metafísicos.
Otro francés, Jean Francois Lyotard (La condición posmoderna, 1979), considera el fenómeno posmoderno desde los medios de información, y entiende que su expansión y consiguiente facilidad de acceso a una inabarcable cantidad de material de origen aparentemente anónimo es parte de esta cultura y contribuye a la disolución de los valores de identidad y de la responsabilidad personal.
El posmodernismo es antes un movimiento de las artes, la arquitectura y la moda que un movimiento filosófico. La filosofía viene a reflexionar “sobre” estos movimientos

Tello, Neiro y Kreimer, Carlos (2005) Diccionario de Movimientos del siglo XX. Buenos Aires: Longseller.

viernes, 6 de enero de 2012

Epistemología: El problema político de la ciencia

El siguiente texto es fundamentalmente una síntesis de los capítulos III y IV de la publicación “El reencantamiento del mundo” de Morris Berman, orientado a demostrar cómo el fundamento ideológico y político de la realidad material de existencia de los sujetos determina los sistemas de conocimiento, específicamente al autoproclamado objetivo y apolítico discurso del conocimiento científico.

Quizá la explicación que resume de mejor manera el problema político de la ciencia es que “la conciencia participativa del mundo fue rechazada, y no refutada. Como resultado, nos hemos visto forzados a considerar la posibilidad de que la ciencia moderna, pueda no ser superior, epistemológicamente, a la visión del mundo ocultista”, esto quiere decir que el actual predominio de las explicaciones científicas no fue el resultado de una discusión racional en que la escolástica de la edad media renunciara a la irracionalidad de sus postulados, sino más bien a un proceso político. Se debe a la propagación hegemónica de la filosofía mecanicista (pensamiento científico) mediante instituciones patrocinadas por las élites políticas de su época.

I. EL CAPITALISMO Y LA CIENCIA

La cognición, la realidad, y todo el conocimiento científico están integralmente relacionados con el surgimiento del capitalismo a principios de la época de la Europa moderna.

El funcionamiento del sistema capitalista coincidía con las premisas conceptuales de las explicaciones científicas, a las que la emergente burguesía otorgó un valor primordial.

La ciencia y el capitalismo forman precisamente una unidad. La ciencia adquirió su poder explicativo y factual, sólo dentro de un contexto que era “congruente” con esas explicaciones y hechos. Por esta razón, será necesario considerar a la ciencia como un sistema de pensamiento adecuado a una cierta época histórica; tendremos que intentar separarnos de la impresión corriente de que es un verdad absoluta, transcultural.

En el siglo XIII la esfera económica del sistema feudal se tornó inviable y dio paso a la expansión de la base geográfica de las operaciones económicas, luego tras la caída de Constantinopla en 1453 y la búsqueda de un pasaje no mediterráneo hacia el Este para contrarrestar la hegemonía del intercambio comercial ostentada por los Turcos Otomanos, propició la ascensión de un programa imperial de expansión.

En forma concomitante se produjo la Revolución Comercial que estableció un modo de producción capitalista en Europa Occidental. Pronto el comercio influyó sobre la industria, es así como del endeudamiento del artesano con el comerciante, donde el primero tuvo que entregar su negocio al comerciante, surgió la figura del comerciante-fabricante o empresario. De igual modo algunas industrias como la fabricación de barcos y de cañones necesitaron de una gran disponibilidad de capital que no podía entregarle la producción artesanal, luego cuando el producto tenía uso militar, el Estado se convertía en su principal cliente, así los arsenales del Estado, tal como el gran arsenal de Venecia fueron el escenario de gran parte de la investigación de Galileo.

Inglaterra en particular, experimentó un crecimiento industrial como una expansión comercial después de 1550.

El comercio en la conciencia

En su libro Sobre La Revolución de los Cuerpos Celestes (1543), Copérnico cita el ensanchamiento de los horizontes geográficos como una de las mayores influencias en su pensamiento. De modo que su sistema heliocéntrico, no solo refleja la noción de un universo infinito, sino que también el descubrimiento europeo de otros mundos y la consecuente pérdida del sentido de la peculiaridad europea.

las explicaciones de los eventos se fundamentan en términos del movimiento de la materia inerte, mecánica y matemáticamente descriptible. La razón es ahora completamente instrumental. . La naturaleza (incluyendo los seres humanos) es considerada como substancia que ha de ser captada y moldeada. Nada puede tener un objetivo en si mismo, y los valores –como diría Maquiavelo –son únicamente sentimientos. Esto refleja un amentalidad comercial que enfatiza, efectivamente, la producción, la predicción y el control.

Tanto el dinero como el intelecto científico (especialmente en su identificación cartesiana con las matemáticas) tienen un aspecto puramente formal, y por lo tanto "neutro".

El sociólogo alemán Georg Simmel sostenía que la economía del dinero "creaba el ideal cálculo numérico exacto", y que "la interpretación matemática exacta del cosmos" era "la contrapartida teórica de la economía del dinero".

La misma clase que llegó al poder mediante la nueva economía llegó a considerar la cuantificación como la clave del éxito personal porque la cuantificación sola, de por sí, era vista como capaz de permitir un dominio sobre la naturaleza mediante la comprensión racional de sus leyes.

La noción del tiempo —y pocas cosas son tan básicas para la conciencia humana come el modo en que se percibe el transcurso de los eventos— sufrió una transformación fundamental, la percepción premoderna del tiempo es cíclica, sin embargo en la modernidad la noción del tiempo es lineal.



La frase "el tiempo es oro" data de este periodo, como también la invención del reloj de bolsillo, en el cual el tiempo, al igual que el dinero, podía ser puesto en la mano o en el bolsillo. La mentalidad que busca captar y controlar el tiempo era la misma que produjo la cosmovisión de la ciencia moderna.

Existe una "congruencia" general entre la ciencia y el capitalismo a principios del periodo de la Europa moderna. El surgimiento del tiempo lineal y del pensamiento mecánico, el igualar el tiempo con el dinero y el reloj con el orden del mundo, eran parte de la misma transformación y cada parte ayudaba a reforzar a las demás.

La industria en la conciencia

Los progresos de la producción industrial cobraron importancia en la conciencia del hombre, y por extensión el trabajo de los técnicos y artesanos.

El año 1600— fue una serie de trabajos técnicos dados a conocer por artesanos y un aumento cada vez mayor de críticas metodológicas a la ciencia aristotélica-escolástica, con respecto a su completa pasividad en la relación frontal con la naturaleza. Esta nueva "literatura mecánica", se hizo popular entre los mercaderes y empresarios y se reimprimía con frecuencia.

La irrupción de artesanos en las filas de los editores y escolásticos posibilitó la colaboración entre científicos y técnicos. Pronto se generó una teoría del conocimiento basada en la tecnología.

La tecnología se convirtió en un aspecto esencial del modo de producción y, como tal, comenzó a jugar un correspondiente rol en la conciencia humana.

El cambio de actitud hacia lo artesanal por parte de algunos estudiosos también llevó al redescubrimiento y a las reediciones, en el siglo XVI, de un gran número de obras técnicas clásicas. las matemáticas ahora era cada vez más posible aproximarse a ellas desde el punto de vista de un ingeniero.

Galileo es el primer representante de las tradiciones académicas y tecnológicas. Galileo tenía contacto directo con marineros, artilleros y artesanos. se interesó en gran medida en el campo de la ingeniería (ahora denominada ciencia de los materiales) que trata con la resistencia de los materiales.

Galileo plantea que la construcción es un modo de cognición y que la manipulación de la naturaleza es una llave para conocerla

Únicamente con el surgimiento de los ejércitos profesionales y la concentración militar en la balística, nació algún interés en la descripción matemática precisa de la trayectoria de una bala de cañón.

Una vez que la tecnología y la economía se relacionaron en la mente humana, ésta empezó a pensar en términos mecánicos, a ver el mecanismo en la naturaleza —como lo reconoció Robert Hook. Los procesos del pensamiento en sí mismo se estaban convirtiendo en algo mecánico-matemático-experimental, es decir, "científico".

Las fuerzas que triunfaron en la segunda mitad del siglo XVII fueron las de la ideología burguesa y del capitalismo “laissez-faire”. Para esos grupos la idea de la materia viviente no constituía solo una herejía, sino que también era inconveniente desde el punto de vista económico.

II. LA POLÍTICA Y LA CIENCIA

La dimensión política que facilita la promoción de la conciencia científica está dada porque la iglesia vio en este conocimiento una oportunidad para combatir a las sectas religiosamente heréticas y políticamente subversivas que la amenazaban, socavando en consecuencia sus fundamentos explicativos de mundo.

Así la noción de una ciencia libre de valores era parte de una campaña política y religiosa para crear un orden social y eclesiástico.

A fines del siglo XVI, la relación íntima entre la magia y la iglesia se había convertido en un blanco tan obvio de la Reforma que las prácticas mágicas de todo tipo comenzaron a ser atacadas tanto por Catolicismo como por el Protestantismo.

Hacia fines del siglo XVI en Alemania, un grupo de practicantes ocultos comenzaron a plantearse abiertamente a favor del hermetismo establecido en forma explícita el paralelo lapis-Cristo. Este movimiento empezó a tener un fuerte impacto en los círculos luteranos y se agrupó en torno a las fuerzas protestantes que podían protegerlo del largo y temible brazo de la Inquicisión. Así, el movimiento adquirió un tínte político, que surgió en manifiestos anónimos de de 1614-15 que defendían el rosacrucismo y las ciencias ocultas.

Europa pronto se vio envuelta en un frenesí sobre el rosacrucismo y sus implicaciones herejes. La religión ortodoxa estaba convencida de la existencia de algo que se acercaba a una conspiración mundial, un cargo explícitamente negado por el alquimista Michael Aaier en su Leyes de la Fraternidad de los Rosacruces (Laws of the Fraternity of the Rossie Cross) (edición latina de 1618) –un libro que sin embargo afirmaba la existencia de una hermandad secreta de místicos iluminados dedicados al mejoramiento de la humanidad.

El médico y alquimista inglés Robert Fludd publicó su propia defensa de la hermandad (Apología compendaria Fraternitatem de Rosea Cruce), la cual siguió con una serie de volúmenes publicados entre 1617 y 1621.

En 1624 se convocó a una reunión abierta para defender las tesis alquímicas, la cual fue disuelta por orden del Parlamento, y su orador principal (un tal Estienne de Clave) fue arrestado.

El fraile Minorita Marin Meresenne estimó necesario “formular una versión cristianizada del racionalismo aristotélico que simultáneamente facilitara un enfoque más dinámico del mundo natural.”

En obras extensas escritas y publicadas durante el período de 1623-25, Mersenne denunció a Fludd como un “mago maligno” y atacó a la alquimia como un intento de ofrecer salvación sin fe, es decir, erigirse así misma en una contra-iglesia.

Mersenne propuso que el estado fundara academias alquímicas para vigilar de acerca a los charlatanes. Estas academias limpiarían el lenguaje de la alquimia, sustituyendolo por una teminología clara basada en las operaciones químicas observables.

El fraile Minorita Pierre Gassendi Rector de la Catedral de Diagne y Profesor de Matemáticas en el Cllège Royale acusó a Fludd por tratar de hacer de la alquimia “la unica religión de la humanidad”; pero también hizo una crítica científica, arguyendo que las nociones centrales de Fludd no podían ser demostradas empíricamente.

Gassendi en el curso de los años 1630 elaboró una visión del mundo de la materia y del movimiento que, a pesar de sus diferencias con las ideas de Hobbes y Descartes, equivalía a una concepción del universo al estilo de una bola de billar. El cambio era externo, ocurría mediente la causa física, y no por medio de los principios internos (dialéctico) sostenidos por los alquimistas.

Descartes también estaba cerca de Mersenne, trasladándose a París en 1623 y contribuyebndo al esfuerzo común de suministrar un atomismo cristianizado que preservaría la estabilidad religiosa y política.

La célula monástica de Mersenne se convirtión en el centro virtual y neurálgico de la ciencia europea. El dirigía reuniones semanales y mantenía una intensa correspondencia con científicos de todos los países, que presentaban sus trabajos entre ellos y al público educado. Los proponentes del mecanicismo, tales como Galileo, fueron traducidos y enseñados. Se contrataron hombres que que más tarde serían figuras claves en la Sociedad Real de Londres, y esetos lazos fueron fortalecidos cunado alguno de ellos se asilaron en París durante la Guerra Civil. Walter Charleton introdujo las ideas de Gassendi en Inglaterra en 1654, y poco tiempo después Robert Boyle comenzó una serie de publicaciones que atacaban a la alquimia y que argumentaban a favor de la visión del mundo mecánica, la que él había intentado Mostar mediante experimientos de acuerdo con la experiencia real.

La filosofía mecánica y el divorcio del hecho valor, fueron incluidos directamente en las líneas centrales del pensamiento de la Sociedad Real.

Después de la muerte de Mersenne, Gassendi presidió las reuniones semanales, que ahora se llevaban a cabo en la casa de un hombre muy rico, Habert de Montmor. Esta casa llegó a ser en 1657, la Academia Montmor y a sus reuniones asistían secretarios de estado, varios abates de la nobleza y otros oficiales de alto rango. La Academia se convirtió en la campeona de la filosofía mecánica y mantuvo fuertes lazos con la Royal Society. En 1666, el ministro de Luis XVI, Colbert, reorganizó la Academia como la Academia Francesa de Ciencias. Como fue el caso de la Royal Society

En el contexto del siglo XVII, las cuestiones religiosas eran típicamente también asuntos políticos. A un nivel, la Guerra Civil significó el quiebre de la economía feudal y la oposición de la nueva burguesía, con su perspectiva laissez-faire, a las prácticas monopólicas de la corona. Esta lucha económica se reflejaba políticamente en el conflicto entre los realistas (Royalists) y los parlamentaristas (Parlamentarians), y en forma religiosa en el triunfo del puritanismo.

Pero la guerra aún tenía otra dimensión el intento, por parte de un vasto numero de sectas, de luchar en contra de la corona, y más tarde en contra de los parlamentaristas, con la ideología del comunismo, o lo que Engels denominó el socialismo utópico, y de argumentar a favor del conocimiento directo de Dios en oposición a la salvación, ya sea mediante las obras o la fe ciega.

El intento de las clases inferiores de aferrarse a las nociones herméticas reflejaba la división de clases descrita por Keith Thomas, quien observó que el ataque protestant/racionalista sobre la magia dejó a la clase media con la salvación secular, y a las clases más bajas con nada. Entonces, durante este periodo el hermetismo tuvo un tinte inconfundiblemente socialista.

Las ligazones entre el pensamiento oculto y el revolucionario pueden ser vistas a través de todo un espectro conformado por los más prominentes radicales, pero, como ya hemos notado, la impresión popular de que el comunismo, el libertinaje, la herejía y el hermetismo eran parte de una vasta conspiración, está ampliamente documentada en las numerosas afirmaciones hechas al respecto por clero.

Thomas Sprat, en la historia de los comienzos de la Sociedad (1667), visualizaba la filosofía mecánica como ayudando a infundir respeto por la ley y el orden, y proclamaba que era tarea de la ciencia y de la Royal Society oponerse al entusiasmo. Hombres como Charleton y Boyle, fituras claves de la conversión al mecanicismo, se preocuparon por la influencia de un alquimista como Jacob Boheme entre los radicales ingleses.

La noción de una ciencia libre de valores era parte de una campaña política y religiosa para crear un orden social y eclesiástico estaba a lo largo de toda Europa. Lo que la ciencia llegó a considerar verdades abstractas, como la separación radical entre la materia y el espíritu, o la mente y el cuerpo, fueron centrales para esta campaña. El éxito de la visión del mundo mecánica no puede ser atribuido a la validez inherente que pudiera poseer, sino que (parcialmente) al poderoso ataque político y religioso hecho a la tradición hermética por las élites europeas.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Actualidad: Suicidio, un drama social contemporáneo


Las tasas de suicidio en el mundo crecen a pasos agigantados. En Chile, la realidad no es ajena. Más del un 100 por ciento se incrementaron los casos en 20 años. Los especialistas condicionan lo anterior al sistema de vida, al modelo económico descarnado en el que estamos insertos, a la competitividad y al individualismo.

Un fenómeno peligroso, que sobre todo en culturas más “civilizadas”, con mayor globalización y capitalización de mercado, se da con frecuencia. El suicidio, que crece a tasas preocupantes, y frente al cual no hay políticas claras para encararlo como tema social.

Capital, individualismo, suicidio

Uno de los pioneros en el estudio del tema a nivel global (al menos uno de los más clásicos) fue el sociólogo francés Émil Durkheim, quien en 1897 planteó una revolución en torno a como analizar el suicidio. Le quitó el rasgo individual al flagelo y le entregó una connotación social.


Dicha práctica, dijo, era condicionada precisamente por el funcionamiento social, por el entorno, es decir, el suicidio releja la sociedad en la cual se produce. Lo anteior, aplicable hoy, tiene sentido si se entiende que, a nivel planetario, las cifras durante los últimos 40 años se incrementaron por lo menos en un 60 por ciento.

Sólo en Estados Unidos, emblema del libre-mercado y gestores de la globalización, con sus pro y sus contras, entre 1957 y 1987 la tasa de muertes auto-provocadas entre personas de 15 y 19 años, se cuadriplicó. Leyó bien, se incrementó cuatro veces. Se estima además que a nivel planetario, por cada persona que se suicida, hay 20 que falla en su intento.

“Existe la tendencia al aumento de decisiones suicidas en la sociedad con mayor éxito económico”, comentó el sociólogo chileno Humberto Lagos, quien conoce a profundidad este tema.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en un millón los muertos por suicidio en el planeta. Por eso, varios concuerdan en que el modelo económico, el crecimiento entendido bajo la lógica del capitalismo, orientado a la mayor inclusión de mercados, lo que conlleva a la competitividad, individualismo, intercambios culturales, provoca crisis sociales que impactan en las personas y que derivan en decisiones drásticas (…). No es casualidad que en el mundo el suicidio sea la segunda causa de muerte entre personas entre 10 y 24 años, después de los accidentes de tránsito, cifra impensable hace siglos.

“Cuanto menos posee uno, menos intenta extender el círculo de sus necesidades. La riqueza al contrario por los poderes que confiere, nos da la ilusión de que nos engrandecemos por nosotros mismos. Al disminuir la resistencia que nos oponen las cosa, nos induce a creer que pueden ser indefinidamente vencidas, ahora bien, cuanto menos ilimitado se siente uno, más insoportable le parece toda limitación”, describió Durkheim. Aquella apreciación parece clave para comprender justamente la condicionante social en el suicidio.

En Japón, país industrializado por excelencia, las cifras son más que alarmantes, lo que llevó a generar políticas de salud pública para atender el tema, como repartir volantes de guía para evitar que existan más muertes auto-impuestas.

Durante los últimos años se hicieron populares los suicidios colectivos, realizando especies de pactos para concretar el acto mortal. Alentados por sectas, muchos ejercicios se concretaron con resultados similares. Lo anterior, apoyado paradójicamente por las redes sociales, parte del formato de globalización.

Son cerca de 30 mil muertes por año de este tipo lo que mantiene atenta a las autoridades del país del Sol Naciente. China, India y Rusia, también destacan en los números.

Y es que las condiciones que entrega el sistema, permiten mayores cuestionamientos mentales de cada persona, en relación a lo que está viviendo el otro. La ideología del éxito, fomenta la competencia que, por ejemplo, en paises expuestos a esa forma de vida, como el propio Japón, Estados Unidos, Canadá, terminan en dichas consecuencias.

“Es posible que un individuo, que se siente marginado, trate de quitarse la vida para conquistar un reconocimiento social (es decir, la muerte externa es expresión interna de un deseo de vivir).La muerte física del individuo es expresión de la muerte social que padece y, en el fondo, es expresión de su profundo deseo de vivir mediante un acto radical de protesta que reclama el reconocimiento social”, expuso el informe “Suicidio: Una Reflexión”, elaborada por la Universidad Alberto Hurtado.

Si bien, las causas reales que pueden llevar a una persona a quitarse la vida son variables, desde trastornos depresivos, alcohol o drogas ilícitas, incluso la mentalidad pseudos-filosófica que puede entregar el propio suicidio como signo de la libertad al momento de elegir el instante de la muerte, la mayor conclusión es que aquello se ve condicionado por le entorno social donde se está inserto.

La realidad chilena

Chile no está ajeno a esa realidad. Se estima que hasta el 2008 la tasa de muertes autoinducidas llegaba casi a los 11 por 100 mil habitantes. 18 años antes, en 1990, dicha realidad alcanzaba 5,7 personas por 100 mil habitantes. Los números son alarmantes. El incremento asciende a prácticamente un cien por ciento en los últimos 20 años, siendo las regiones undécima y duodécima las que promedian la mayor cantidad de suicidios en el país.

“Entre las hipótesis explicativas de este incremento del suicidio en Chile se alude al crecimiento económico globalizado de los últimos 20 años. El trabajo tendría hoy características más tensionantes y sería más inestable que otrora, absorbe la mayor parte del tiempo de las personas y éstas tienden a aislarse y a hacer menos vida familiar a causa de aquel. Las redes socieles de apyo se han reducido: no hay vida de barrio, hay desconocimiento en tre vecinos, no hay actividades comunes, hay menor asociatividad (sindical, gremial, políica), y se vive más años, lo que en numerosos casos va acompañado de enfermedades y soledad ”, explicaron los académicos Emilio Moyano y Rodolfo Barría, en su estudio “Suicidio y Producto Interno Bruto (PIB) en Chile: Hacia un modelo predictivo”.

En el documento se precisó que “el modelo globalizador de economía social de mercado en Chile produce crecimiento económico pero no mejora las condiciones de salud mental de la población al considerar el soucidio como indicador de ésta”, una conclusión que ya Durkheim predijo cien años atrás.

“La instalación hace más de 25 años en Chile de un modelo de crecimiento económico de mercado cada vez más globalizado, trae una cultura caracterizada por el predominio del libre mercado, el consumismo, el individualismo y la democracia, afectando y generando colisión de valores entre los propios de las comunidades locales y los ‘importados’ o transnacionales se agregó en el estudio”

Lo anterior tiene sentido si se entienden las formas de vidas impuestas en el país y en las que están insertaas las personas, sobre todo los jóvenes. Un reflejo y un diagnóstico preocupante. Por dicha causa, incluso, el Gobierno anunció que en la próxima encuesta Casen incluirán una forma para medir la felicidad de los chilenos, pre-asumiendo que en el contexto global los resultados no serían muy alentadores.

¿A qué se debe aquello? El agotamiento del modelo industrial, que cambia la felicidad por el dinero, es una opción de respuesta. Además de la condición impuesta por los medios de comunicación , la superficialidad social que aquello conlleva, entregando contenidos banales a las mentalidades vulnerables por dicho contexto de estrés y cansancio mental, sobre todo con el fracaso constante de las personas ante la competitividad escandalizada, la pérdida del sentido humano, ya sea con el alejamiento a los credos religiosos, espirituales, etc. Todos son factores que hoy inciden en esta cada vez más habitual conclusión abrupta y cruda que personas están dándole dándole a su propia vida: el suicidio.

Sánches, J. (2011, primera quincena noviembre) Suicidio, un drama social contemporáneo. El ciudadano. pp. 8-9.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Construccionismo para un proyecto crítico

El panorama que he expuesto muestra cómo hay distintas formas de ser construccionista y deja en evidencia que no es suficiente defender el carácter construido de los objetos sociales para ser crítico.

Lo voy a decir de otra manera: para llevar a cabo una práctica crítica es necesario, aunque no suficiente, ser socio-construccionista. Voy a poner un uso crítico del construccionismo (que podríamos llamar construccionismo social crítico), que entiende lo social como relaciones históricas de producción. Realizado en la psicología, el contruccionismo social crítico invita a entender a la subjetividad como una entidad históricamente constituida. Así, entendida, la forma moderna de la individualidad sólo es real y tiene sentido respecto de las particulares condiciones sociales y productivas bajo las que aparece, es expresión de un estado de dichas relaciones, así como lo es la psicología y sus funcionamientos como uno de sus apartados de regulación.

Para dicha perspectiva, aunque lo que la psicología convencional llama entidades mentales o en otra clave, aparato psíquico, no tiene su origen dentro de la cabeza de la gente ni tampoco son internalizaciones producidas en la vinculación con un ámbito exterior. Éstas son en sí mismas, procesos sociales, (y por tanto simbólicos) constituyentes y constituidos de aquello que llamamos subjetividad. Y convierte en temas ineludibles de preocupación de todo investigador social la interpretación, el lenguaje, el poder, así como otras prácticas constructoras de significados sociales, producción y transformación de estructuras sociales, etc. (Ibáñez, 1990). Como afirma Shotter (1993), implica el paso de una psicología de la mente a una psicología de las relaciones socio-morales (Shotter, 1993).

Ser crítico con la racionalidad científica implica desconfiar de la fuerza probatoria de los hechos, de la idea de conocimiento como representación del mundo, de la fe en la eficacia de las técnicas, de la posible existencia de una realidad que esté más allá, de la acción humana, y dichos escepticismos derivan de pensar que la realidad es una producción humana.

Pero decir que los seres humanos somos agentes productores de las realidades en las que vivimos no basta. Un socio-construccionismo crítico debería asumir los efectos teóricos, éticos y políticos de dicha aseveración. Siguiendo la taxonomía de Hacking, tendría que ser un construccionismo revolucionario, es decir, asumir una postura crítica y una voluntad comprometida en cambiar las cosas. Una práctica crítica del construccionismo social es antes que nada una política, en la medida en que considera a la idea de naturaleza humana como una forma de enajenación de la libertad y su superación como un hecho práctico (no teórico). No se trata de demostrar la falsedad de las ideologías (como la científica) sino de producir un mundo en el que dicha ideología carezca de sentido. Es por eso que la superación posible de la ciencia es un problema político más que un problema epistemológico y sólo podrá lograrse cambiando el mundo bajo el cual la ciencia tiene sentido y ser (Pérez, 1998).

Dicha perspectiva implica la realización de una práctica desestabilizadora de las relaciones de dominación, desnaturalizadola, que no solucione problemas para sostener el orden social imperante sino que los cree para subvertirlo, que no cambie a las personas para que se adapten al sistema social sino que produzca sujetos deseosos de transformarlo. Una práctica que no se aboque al descubrimiento de lo que somos sino a su rechazo (Piper, 2002).

Esto puede hacerse desde la psicología, la sociología, la filosofía, la literatura, la danza, la antopología, el teatro o la política. Lo importante no es desde dónde sino que cómo, pues cuando trata de producciones sociales la transdisciplinariedad diluye las pertinencias disciplinares y fronteras escolásticas.

Hacer construccionismo social crítico desde la psicología implica problematizar aquellas categorías centrales con las que dichas disciplina comprende y explica la realidad, como la de subjetividad. Hacerlo desde la psicología social obliga a focalizara la crítica en las prácticas sociales vigentes en nuestra historia actual. Entender a las subjetividades como prácticas sociales en constante producción abre posibilidades emancipadoras, en la medida en que la presenta como un proceso interior a las relaciones sociales. Nosotros somos las subjetividades que producimos, y por lo tanto somos nosotros quienes, por medio de la articulación de prácticas diferentes, tenemos el deber y el poder de transformarlas.

Kaulino, A. y Stecher, A. (2008) Cartografía de la psicología contemporánea. Santiago: LOM. Socioconstruccionismo y sus usos en psicología. Isabel Piper Sharif.

domingo, 6 de noviembre de 2011

De la intolerancia hipócrita o tolerancia represiva

A propósito de los argumentos bizantinos y la falsa tolerancia que representa el famoso cliché “Nadie es dueño de la verdad” es necesario aclarar lo siguiente: el cliché se sostiene bajo la idea que sólo se puede discutir si uno reconoce previamente que nadie tiene la razón, es decir, una vez que aceptamos que todos podemos estar equivocados se puede empezar a discutir. Sin embargo sólo tiene sentido discutir cuando uno manifiesta convicciones, la discusión es productiva a partir de la oposición y no del consenso. Entonces cuando uno mantiene sus convicciones suele surgir esa intolerancia de los pseudotolerantes, que al verse enfrentados a dicha situación esgrimen con toda confianza esa frase democrática que pretende zanjar y eludir todo conflicto, y tratar de intransigentes a quienes reafirman sus posturas.

domingo, 19 de junio de 2011

Conceptos fundamentales en "El reencatamiento del mundo"

Conciencia participativa del mundo (pre-moderna): En la conciencia premoderna o participativa predomina la noción de participación original.

Participación original: Modo básico del conocimiento humano hasta el siglo XVI, a pesar de su atenuación gradual. (p.77)
El griego pre-homérico, el inglés medieval (desde luego en menor medida) y el hombre africano tribal contemporáneo conocen algo, precisamente en el acto de identificación, y esta identificación es tanto sensual como intelectual. Es una totalidad de experiencia: el "intelecto sensual"(p.76)
La esencia de la participación original es el sentir, es la percepción corporal de que detrás de los fenómenos hay un "representado" que tiene la misma naturaleza mía –el “mana”, Dios, el espíritu del mundo, etc. Esta noción de que sujeto y objeto, el sí mismo y el otro, hombre y ambiente, son al final de cuentas idénticos, es lo que constituye la visión del mundo holística. (p.76)



Conciencia Moderna: El distintivo de la conciencia moderna es que no reconoce ningún elemento de mente en los así llamados objetos inertes que nos rodean. (…) nuestro propio conocimiento no es perfecto, pero rápidamente estamos eliminando los pocos errores que sí existen, y gradualmente llegaremos a un entendimiento plenamente preciso de la naturaleza, libre de presupocisiones animísticas o metafísicas. (p.69)

El desencantamiento del mundo: Una cosa que es indudable acerca de la historia de la conciencia occidental es que el mundo, desde aproximadamente el 2.000 A.C., ha sido progresivamente descantado, o “desendiosado”. (p.69)

La mentalidad poética u homérica: En el cual el individuo está inmerso en un mar de experiencias contradictorias y aprende acerca del mundo mediante la identificación emocional con él (participación original), es precisamente lo que Platón y Sócrates intentaron destruir. (p.71)

La sabiduría hermética: Como ha sido denominada, estaba en efecto dedicada a la noción de que el conocimiento verdadero ocurría únicamente vía la unión del sujeto y el objeto, en una identificación psíquico-emocional con imágenes en lugar de la examinación puramente intelectual de los conceptos. Como se ha dicho, este punto de vista había sido la conciencia esencial de la Grecia homérica y prehomérica. (p.73)

lunes, 21 de febrero de 2011

Mecanicismo

(Fil./Cie.)1920-1930

Del griego mechane, “máquina”. Doctrina según la cual toda la realidad, o al menos toda la realidad natural, pude explicarse a base de los modelos de máquinas. Esta explicación hace referencia a la filosofía natural de autores como René Descartes, Thomas Hobbes, Isaac Newton y Christian Huygens, que aseguran, aunque con algunas diferencias de criterios, que los fenómenos de la naturaleza no están regulados por una inteligencia supranatural o divina, sino que puede explicarse íntegramente por las leyes mecánicas de la Física y de la Química. El término mecanicismo es a veces utilizado como el equivalente a materialismo y también como sinónimo del realismo y también como sinónimo del naturalismo, al tiempo que se opone al creacionismo y al finalismo.

En el siglo XX, el mecanicismo científico fue dejado de lado; ocupó su lugar el mecanicismo moderno, cuyo campo de estudio es la Física.

Jacques Loeb en su obra La concepción mecanicista de la vida (1912) considera: «[…] los seres vivientes son máquinas constituidas en su esencia por materias coloidales y que poseen la propiedad de desarrollarse, conservarse y reproducirse automáticamente».En realidad, esta teoría niega que en todo ser viviente exista un principio vital específicamente diferente de las fuerzas de la materia inerte; y se apoya en el desconocimiento y desprecio de la tesis contraria a la mecanicista, denominada vulgarmente metafísica.

Tello, Neiro y Kreimer, Carlos (2005) Diccionario de Movimientos del siglo XX. Buenos Aires: Longseller.