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Bienvenidos a mi blog, este es un espacio dedicado a publicar textos fundamentalmente epistemológicos, tratando ser una aproximación amable sobre un tema complejo en el que abundan las retoricas absurdamente crípitcas y barrocas para el entendimiento común de la población general.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Construccionismo para un proyecto crítico

El panorama que he expuesto muestra cómo hay distintas formas de ser construccionista y deja en evidencia que no es suficiente defender el carácter construido de los objetos sociales para ser crítico.

Lo voy a decir de otra manera: para llevar a cabo una práctica crítica es necesario, aunque no suficiente, ser socio-construccionista. Voy a poner un uso crítico del construccionismo (que podríamos llamar construccionismo social crítico), que entiende lo social como relaciones históricas de producción. Realizado en la psicología, el contruccionismo social crítico invita a entender a la subjetividad como una entidad históricamente constituida. Así, entendida, la forma moderna de la individualidad sólo es real y tiene sentido respecto de las particulares condiciones sociales y productivas bajo las que aparece, es expresión de un estado de dichas relaciones, así como lo es la psicología y sus funcionamientos como uno de sus apartados de regulación.

Para dicha perspectiva, aunque lo que la psicología convencional llama entidades mentales o en otra clave, aparato psíquico, no tiene su origen dentro de la cabeza de la gente ni tampoco son internalizaciones producidas en la vinculación con un ámbito exterior. Éstas son en sí mismas, procesos sociales, (y por tanto simbólicos) constituyentes y constituidos de aquello que llamamos subjetividad. Y convierte en temas ineludibles de preocupación de todo investigador social la interpretación, el lenguaje, el poder, así como otras prácticas constructoras de significados sociales, producción y transformación de estructuras sociales, etc. (Ibáñez, 1990). Como afirma Shotter (1993), implica el paso de una psicología de la mente a una psicología de las relaciones socio-morales (Shotter, 1993).

Ser crítico con la racionalidad científica implica desconfiar de la fuerza probatoria de los hechos, de la idea de conocimiento como representación del mundo, de la fe en la eficacia de las técnicas, de la posible existencia de una realidad que esté más allá, de la acción humana, y dichos escepticismos derivan de pensar que la realidad es una producción humana.

Pero decir que los seres humanos somos agentes productores de las realidades en las que vivimos no basta. Un socio-construccionismo crítico debería asumir los efectos teóricos, éticos y políticos de dicha aseveración. Siguiendo la taxonomía de Hacking, tendría que ser un construccionismo revolucionario, es decir, asumir una postura crítica y una voluntad comprometida en cambiar las cosas. Una práctica crítica del construccionismo social es antes que nada una política, en la medida en que considera a la idea de naturaleza humana como una forma de enajenación de la libertad y su superación como un hecho práctico (no teórico). No se trata de demostrar la falsedad de las ideologías (como la científica) sino de producir un mundo en el que dicha ideología carezca de sentido. Es por eso que la superación posible de la ciencia es un problema político más que un problema epistemológico y sólo podrá lograrse cambiando el mundo bajo el cual la ciencia tiene sentido y ser (Pérez, 1998).

Dicha perspectiva implica la realización de una práctica desestabilizadora de las relaciones de dominación, desnaturalizadola, que no solucione problemas para sostener el orden social imperante sino que los cree para subvertirlo, que no cambie a las personas para que se adapten al sistema social sino que produzca sujetos deseosos de transformarlo. Una práctica que no se aboque al descubrimiento de lo que somos sino a su rechazo (Piper, 2002).

Esto puede hacerse desde la psicología, la sociología, la filosofía, la literatura, la danza, la antopología, el teatro o la política. Lo importante no es desde dónde sino que cómo, pues cuando trata de producciones sociales la transdisciplinariedad diluye las pertinencias disciplinares y fronteras escolásticas.

Hacer construccionismo social crítico desde la psicología implica problematizar aquellas categorías centrales con las que dichas disciplina comprende y explica la realidad, como la de subjetividad. Hacerlo desde la psicología social obliga a focalizara la crítica en las prácticas sociales vigentes en nuestra historia actual. Entender a las subjetividades como prácticas sociales en constante producción abre posibilidades emancipadoras, en la medida en que la presenta como un proceso interior a las relaciones sociales. Nosotros somos las subjetividades que producimos, y por lo tanto somos nosotros quienes, por medio de la articulación de prácticas diferentes, tenemos el deber y el poder de transformarlas.

Kaulino, A. y Stecher, A. (2008) Cartografía de la psicología contemporánea. Santiago: LOM. Socioconstruccionismo y sus usos en psicología. Isabel Piper Sharif.

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